Una investigación realizada por un equipo de neurólogos de la Universidad de
Wisconsin, brinda pistas ciertas sobre como los acontecimientos negativos en la
infancia, pueden alterar los circuitos del cerebro y conducir a síntomas de
ansiedad y depresión.
Casi un tercio de los jóvenes padecen alguna clase de
trastorno de ansiedad antes de cumplir los 18 años y el 15 por ciento sufre
depresión.
Las chicas están en mayor riesgo que los varones, los
investigadores saben por estudios anteriores, que el maltrato en la infancia
aumenta un 35 por ciento el riesgo de sufrir algún trastorno mental.
La investigación
El estudio, publicado el mes pasado por la Academia Nacional
de Ciencias de EEUU, fue realizado por un equipo de investigadores del
Departamento de Neurología de la Universidad de
Wisconsin, quienes estudiaron con escáneres cerebrales a un grupo de 64 niños
(30 niñas y 34 varones) desde su nacimiento hasta cumplir los 18 años.
El objetivo del estudio era identificar los factores de
riesgos psicológicos, biológicos y sociales, relacionados con problemas de
salud mental en niños y adolescentes.
Las experiencias de posibles adversidades y malos tratos
fueron evaluados a través del Cuestionario de Trauma en la infancia (CTQ,
siglas en inglés).
El CTQ es un estudio sobre un conjunto de experiencias
traumáticas en edades tempranas (muerte de un ser querido, divorcio de los
padres, ambiente de violencia, abuso sexual y enfermedades), además de una auto
evaluación sobre las repercusiones de los traumas.
La investigación encontró como se asocian algunos traumas en
la infancia, como ser síntomas ligados a trastornos emocionales complejos y la
conectividad entre algunas regiones del cerebro, más concretamente entre la
amígdala y el hipocampo.
El hipocampo es una parte importante en la red del miedo del
cerebro, es quien ayuda a regular las respuestas asociadas con el temor, trabaja conjuntamente con la
amígdala y algunas zonas de la corteza prefrontal.
El estudio demuestra como las experiencias negativas en la
niñez, pueden conducir a alterar la conectividad del circuito del miedo en el
cerebro, lo que a su vez, puede conducir a la aparición de síntomas de la
depresión y ansiedad al final de la adolescencia, sobre todo en el sexo
femenino.
Los investigadores aseguran que, “las experiencia de
maltrato en la infancia pueden dar lugar a una comunicación pobre entre el
hipocampo y la corteza prefrontal en niños y niñas. Pero también una
comunicación pobre entre la amígdala y la corteza prefrontal, este caso, solo
afecta a las niñas”.
Estos cambios en el cerebro, se asocian con el desarrollo de
síntomas de ansiedad y depresión en la adolescencia tardía, o sea, en el
entorno de los18 años.
Las conclusiones
Este descubrimiento sugiere que los niños y niñas
desarrollan una deficiencia en la regulación contextual del miedo, debido a la
falta de comunicación entre el hipocampo y la corteza prefrontal. Pero además,
las niñas pueden tener un doble problema, a causa de una inferior capacidad de
la corteza prefrontal para inhibir el miedo, a través de sus conexiones
directas con la amígdala.
La ciencia ha demostrado repetidas veces, que las
experiencias tempranas en la vida son muy importantes para el desarrollo del
cerebro. El estrés crónico y los eventos traumáticos pueden alterarlo de manera significativa.
Los investigadores creen que los cambios en los circuitos
cerebrales podrían ser la manera que el cerebro tiene para adaptarse a un ambiente
estresante o amenazante, pero que dicha adaptación puede venir con un precio
muy alto: un aumento del riesgo de enfermedades mentales.
Es primordial hacer hincapié, que en esta muestra se
examinaron casos de maltrato que no suelen ser considerados como casos reportables
de abuso. Por tanto, es importante que tanto padres, maestros y personas en
general que tienen niños a su cargo, sepan que incluso niveles bajos de
maltrato o abuso, puede llevar a cambios en los circuitos del miedo del cerebro
y, de esta forma, exponer a los niños a un riesgo de poder desarrollar alguna enfermedad mental y sobre todo, estados de ansiedad y depresión.