Antidepresivos: 11 datos recientes que debemos saber


La ciencia sugiere que los antidepresivos, por sí solos, no pueden resolver los problemas de depresión. Veamos 11 datos extraídos de estudios y artículos recientes.


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Las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud son que, hacia 2030, las muertes relacionadas con la depresión serán mayores que las de accidentes de tráfico, cáncer, derrame cerebral y enfermedades del corazón.

¿Qué estamos haciendo mal para llegar a esas cifras? En las últimas décadas, partiendo de la premisa que la depresión es un desequilibrio químico que se debe corregir con medicamentos, la primera respuesta han sido los antidepresivos. Tal ecuación intuitiva suena correcta, pero esto lo único que ha logrado es un consumo desmedido de antidepresivos y evidentemente, el problema no ha hecho más que agravarse.
Tal vez sea hora de repensar el enfoque, en tal sentido veamos estos 11 datos que nos deberían hacer reflexionar sobre este tema:


1.) Entre 1998 y 2007, la tasa anual global de tratamientos con antidepresivos se disparó dramáticamente, 1 de cada 10 personas en el mundo desarrollado. Sólo en Estados Unidos se hacen unas 250 millones de prescripciones al año.
En el mundo occidental, los antidepresivos son los medicamentos más recetados para las personas de 18 a 45 años.

2.) Un estudio reciente encontró que las compañías farmacéuticas gastan unos 5 mil millones de dólares anuales en publicidad de antidepresivos. Esta es una de las razones por la cual los antidepresivos son los medicamentos que los pacientes más piden por su nombre.

3.) Sólo el 20% de las recetas de antidepresivos están indicadas por psiquiatras. El resto están recetadas por profesionales no especializados en problemas de salud mental.
  
4.) La OMS calcula que, a nivel mundial, una de cada cinco personas a las que se les recetan antidepresivos no tienen depresión ni ningún otro diagnóstico psiquiátrico.
  
5.) Un estudio de la Universidad de Cambridge encontró que un grupo de personas que previamente habían sido medicadas con antidepresivos, sólo el 25% cumplía los criterios básicos para ser tratados con estos fármacos.
Los patrones de evaluación demuestran que los diagnósticos de depresión son superficiales y que la prescripción de medicamentos es, prácticamente indiscriminada.

6.) Uno de los principales síntomas de la depresión, es la disminución de la autoestima. Sin embargo, un estudio reciente muestra que el abordaje de esta enfermedad con antidepresivos, no aumenta la auto-aceptación social de la persona. Además, el consumo de este tipo de fármacos, hace a muchas personas más pesimistas acerca de si una futura terapia psicológica les podrá ayudar.

7.) Según ensayos clínicos realizados por la FDA (Food and Drug Administration) los antidepresivos han mostrado una muy modesta eficacia en casos de depresión leve a moderada. En cambio, sí se han mostrado más eficaces en casos de depresión severa.
  
8.) Diferentes estudios muestran que la eficacia de los antidepresivos es más baja en niños y adolescentes que en adultos. A pesar de esto, la OMS alerta de que existe un aumento a nivel global de niños que son medicados con antidepresivos. De hecho, en Estados Unidos una investigación encontró que más de la mitad de los niños tratados por depresión, recibieron antidepresivos.
  
9.) Según la mayor investigación de eficacia antidepresiva, el “Tratamiento secuenciado de alternativas para aliviar la depresión” (STAR*D) que incluyó a más de 4 mil pacientes, concluyó que la mayoría de las personas tratadas sólo con antidepresivos, no experimentaron una remisión a largo plazo.
   
10.) No existen datos que muestren un aumento en la eficacia clínica de los antidepresivos en el tiempo. A pesar de que 26 antidepresivos diferentes han sido lanzados al mercado desde la imipramina, que fue desarrollada en 1950. O sea, los antidepresivos modernos funcionan casi igual que la imipramina.

11.)  En un reciente artículo del New York Times, se afirma que las empresas farmacéuticas han reducido radicalmente nuevos desarrollos de fármacos antidepresivos. Por lo que es muy probable que no se logren avances significativos en los próximos años.


Para terminar

Los antidepresivos han tenido un papel importante en el tratamiento de la depresión y deben seguir desempeñándolo. Pero los datos demuestran que hemos confiado demasiado en ellos.
Ya no podemos darnos el lujo de permitir que sean prácticamente, nuestra única respuesta a la epidemia de depresión. Sin dudas, que se debe contemplar una gama más amplia de soluciones.



El vínculo entre la adicción a la comida y la depresión


¿Quién no ha experimentado alguna vez, la conexión entre la alimentación y el estado de ánimo? Todos hemos calmado nuestras ansiedades con comida, el problema es muy distinto cuando esta situación es adictiva.


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Todos hemos encontrado algo de placer en una bolsa de crujientes papas fritas o hemos distraído nuestras tristezas o ansiedades sorbiendo un cremoso helado de chocolate. Esto es normal, un “antojo ocasional” de alimentos dulces y/o ricos en grasas todos hemos tenido.
El problema es cuando el vínculo entre determinados sentimientos negativos y los alimentos, es mucho más profundo.

Estudios recientes sugieren que el solapamiento en los síntomas de la depresión y la adicción a la comida, puede ser debido a conexiones bioquímicas profundas que han pasado desapercibidas en gran parte de los programas de tratamientos hasta ahora.


Atracones de comida y depresión

La coexistencia de los diagnósticos de depresión y los problemas de apetito compulsivo es impactante. Una investigación llegó a la conclusión que aproximadamente el 80% de los pacientes con trastornos de atracones de comida y el 95% de los pacientes con bulimia, cumplieron con los criterios de al menos otra evaluación del Manual de Diagnóstico de Trastornos Mentales.
Por ejemplo, hombres y mujeres con sobrepeso son un 25% más propensos a sufrir un trastorno en el estado de ánimo que el resto de la población. Y el 30% de los pacientes con trastornos de alimentación, también son adictos a alguna sustancia (alcohol, psicofármacos, drogas, etc.)
Sorprendentemente, el 75% de las personas con trastornos alimenticios también sufren de depresión.

En otro estudio del año pasado, los investigadores confirmaron que los síntomas de depresión conducen a episodios de atracones. También se halló que los síntomas depresivos (incluyendo la baja autoestima) son predictores de la ingesta compulsiva, lo que demuestra la relación entre la depresión y el trastorno de atracón.

Estos resultados sugieren que algunos atracones de comida, son una forma de regular las emociones, sin embargo,  también revelan que hay algo más que la asociación entre la depresión y la adicción a la comida. Algo más persistente y fisiológico.

Curiosamente, tanto la depresión y el trastorno de atracones implican alteraciones en los neurotransmisores (son quienes trasmiten mensajes de una célula cerebral a otra y luego al resto del cuerpo). Se sabe que los desequilibrios en cualquiera de estos neurotransmisores puede causar estragos en los circuitos cerebrales y predisponer al individuo a la angustia, tanto mental como física.


Los niveles normales de serotonina, el neurotransmisor más estrechamente vinculado a la satisfacción, conduce tanto a la satisfacción emocional como a una sensación de saciedad después de cada comida. 


Por el contrario, los niveles bajos de serotonina puede llevar a la depresión y a los atracones, sobre todo de alimentos dulces y ricos en grasas.
De hecho, hace un tiempo en un estudio se halló un gen asociado con bajos niveles de serotonina en personas depresivas y como estos individuos eran más propensos a conductas adictivas, como los atracones de comida, por ejemplo.


La bioquímica de los atracones

Para algunas personas el deseo de comer alimentos comienza como una manera de hallar un momento de alivio a sus tendencias depresivas y para llenar el vacío emocional dejado por la falta de serotonina. Sin embargo, lo que comienza como un intento aparentemente inocente de buscar un momento de calma, rápidamente da paso a un complejo ciclo adictivo en el cuerpo.
La inundación de endorfinas producto de las grandes cantidades de alimentos ingeridas, sólo altera temporalmente la neuroquímica del cerebro, proporcionando breves períodos de alivio en la angustia, pero estos no son duraderos.

En definitiva, la demanda de ingesta de alimentos para lograr tales efectos calmantes aumenta con el tiempo y el mecanismo de defensa falla totalmente, lo que agrava la inestabilidad del estado de ánimo.



Reflexión final

Se necesita más investigación para examinar los mecanismos precisos por los cuales una deficiencia de serotonina puede afectar al apetito, el aumento de peso y el estado de animo, además de las causas de toda esta superposición de factores.
Sin embargo, es evidente que se necesita un enfoque más integral con respecto a la alimentación y los estados de ánimo. Esto es esencial para que existan oportunidades reales de éxito en la recuperación de los individuos. Los tratamientos de cada problema de forma aislada no son suficientes. Es sólo mediante la evaluación de una manera integral de los aspectos neuroquímicos y las condiciones psicológicas, que las soluciones sostenibles de los tratamientos se volverán posibles.



Hepatitis: causas, tratamientos y prevención


La hepatitis es una enfermedad en la cual se inflama el hígado, dicha inflamación se puede deber a muy variados factores: diversos virus, trastornos metabólicos, problemas genéticos, incluso la obesidad puede causar hepatitis. Demos un repaso sobre lo que hay que saber de esta enfermedad.


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¿Qué es la hepatitis?

La hepatitis es, como dijimos, una inflamación del hígado, ésta puede ser debida a diferentes factores, aunque en la mayoría de los casos el desencadenante es de origen viral.
El hígado es el encargado, entre otras cosas, de asimilar o desechar del organismo distintos productos (nutrientes de los alimentos, toxinas, medicinas, etc.). También es el encargado de sintetizar la bilis, sustancia que se libera cuando comemos, para ayudar en la digestión. Así que hagámonos una idea de la gravedad para nuestro organismo, si el hígado se daña, producto de un proceso inflamatorio.
La hepatitis crónica puede durar por muchos años (incluso toda la vida), en cambio la hepatitis aguda no tiene una duración más allá de los seis meses.


Tipos de hepatitis

Hepatitis infecciosa: La hepatitis infecciosa, como su nombre lo indica, es la que tiene un origen viral entre distintas personas. Hay cinco corrientes infecciosas principales: el virus que causa la hepatitis A, el virus de la hepatitis B, el virus de la hepatitis C, el virus de la hepatitis D y el virus de la hepatitis E.

Hepatitis no infecciosa: No todos los casos de hepatitis tienen su origen en virus. Esta enfermedad también puede ser causada por el alcohol, productos tóxicos, medicamentos o sustancias químicas que son nocivas para el hígado y lo inflaman. Un trastorno metabólico o un problema genético también pueden causar hepatitis. Un daño hepático a causa de la obesidad igualmente puede ser un desencadenante de esta enfermedad. Todos estos tipos de hepatitis se denominan no-infecciosas, ya que no son por transferencia viral de una persona a otra.


¿Cómo se contrae la hepatitis?

Hepatitis A: Es causada por el consumo de agua o alimentos contaminados por el virus de la hepatitis A. Las relaciones sexuales también pueden conducir a esta infección (sobre todo por vía oral y anal). Este virus no da lugar a la hepatitis crónica y casi todas las personas con este virus se recuperan.

Hepatitis B: El virus de la hepatitis B se transmite fundamentalmente de tres formas: por transmisión sexual, jeringas infectadas o sangre infectada en transfusiones. En el caso de las relaciones íntimas por el contacto de fluidos corporales de una persona infectada. En el caso de las jeringas, con el uso por parte de muchas personas de la misma jeringa infectada. Este virus produce hinchazón en el hígado de la persona, esto le puede causar un daño severo, en algunos casos puede derivar en un cáncer de hígado. A veces la hepatitis B se transforma en crónica, eso quiere decir que la persona permanece infectada por mucho tiempo o a lo largo de toda su vida.

Hepatitis C: Es causada por el contacto directo con la sangre de la persona infectada, fundamentalmente a través de jeringas en personas drogadictas, material no esterilizado en tatuajes, accidentes en el ámbito médico, etc.
En este caso también el hígado sufre una hinchazón. Aproximadamente un 20% de los casos de hepatitis C derivan en cirrosis.
En las últimas semanas investigadores del Centro de Ciencias de la Universidad de Texas, pusieron a prueba un nuevo fármaco oral que parece ser muy prometedor para este tipo de hepatitis.

Hepatitis D: Sólo afecta a personas que ya sufren el virus de la hepatitis B. Relaciones íntimas desprotegidas, sangre infectada y perforaciones de la piel son las causas más comunes. También se hincha el hígado.

Hepatitis E: El consumo de agua con el virus de la hepatitis E es una de las causas más comunes. También los fluidos corporales producto de relaciones íntimas. En este caso la inflamación del hígado ocurre pero sin consecuencias graves.

Hepatitis G: Esta variante es causada por un virus que prácticamente no genera signos ni síntomas de la enfermedad y en caso de que los haya, serán muy leves.

Hepatitis X: Cualquier infección en el hígado que no se encuentra bajo las otras categorías ya mencionadas, recibe el nombre de hepatitis X. Es la inflamación causada por un virus desconocido.


Síntomas

Generalmente en los primeros días de la enfermedad se pueden observar los siguientes síntomas:

  • Náuseas y falta de apetito
  • Vómitos y diarreas
  • Dolor de cabeza
  • Molesta la luz
  • Dolores musculares
  • Fiebre
  • Cansancio 


Pasados los primeros días podemos ver algunos síntomas más específicos:

  • Orina oscura
  • Dolor abdominal
  • Heces de color extraño (muy pálida o muy oscura, consecuencia del trastorno hepático)
  • Ictericia, piel de apariencia amarillenta, también se observa en la esclerótica del ojo
  • Mal aliento y gusto amargo en la boca


Tratamientos

En el caso de la hepatitis A, la misma puede curarse sin recibir ningún tratamiento específico, lo que más comúnmente se recomienda es evitar el consumo de alcohol y los alimentos con grasas, además de reposo.

Para la hepatitis B, se aconseja seguir las mismas recomendaciones que para el anterior caso, además existen algunos medicamentos ya sea vía oral o inyectables, en algunos casos, la enfermedad no se cura del todo pero pueden mantener al virus bajo control por muchos años.

En el caso del la hepatitis C, es de subrayar que en los últimos tiempos han habido avances fenomenales para este tipo de virus, continuamente se vienen desarrollando numerosos medicamentos, que en muchos casos permiten erradicar totalmente la enfermedad. Sin ir más lejos, como mencionamos más arriba, en estas últimas semanas el Centro de Ciencias de la Universidad de Texas, puso a prueba un nuevo medicamento que parece ser muy promisorio para esta variante de la hepatitis.

Como consideraciones generales, para todos los tipos de la enfermedad, es significativo que los individuos con hepatitis no consuman fármacos ni cualquier otro producto sin previa consulta médica, ya que los mismos pueden resultar nocivos para el hígado. Además es imprescindible eliminar la ingesta de alcohol y seguir una dieta equilibrada, sana y sobre todo muy baja en grasas. 


Prevenciones

Algunas formas de prevenir la hepatitis ya la hemos enumerado más arriba, pero nunca está de más tenerlas bien en claro:

  • No consuma agua que no sea potable
  • Relaciones íntimas con protección, sobre todo si es con personas que no sabe muy bien su estado de salud.
  • Mucho cuidado con la realización de tatuajes, piercings, etc. asegurarse que los materiales estén debidamente esterilizados.
  • No comparta jeringuillas, agujas, etc. utilizar material descartable o esterilizado. Los adictos deberían reclamar este material en distintos centros sociales.
  • Existen vacunas contra la hepatitis A y B, muy recomendable para personal médico en riesgo, usuarios de drogas, personas que trabajan en condiciones insalubres, etc.





¿Por qué comemos sin tener hambre? y cómo solucionarlo


Si usted es de las personas que se pone a comer a cualquier hora y sin tener hambre, seguramente sabrá que esta consumiendo una cantidad importante de calorías de más diariamente.
Veamos en este artículo por qué nos ocurre esto y sus posibles soluciones.



comer hambre


Tenemos la ventaja de vivir en una época donde los alimentos son abundantes y baratos, pero esto tiene su precio. Un informe del Centro de Política Alimentaria de la Universidad de Yale (Usa) dice que: "...Desde un tiempo a esta parte, estamos viviendo en un entorno de alimentos tóxicos; para el lado que miremos, vemos comida de bajo costo que por lo general es muy rica en grasas saturadas y calorías. Todo esto acompañado por una enorme maquinaria de marketing detrás, que muchas veces están dirigidas por psicólogos y otros científicos que conocen exactamente las formas más poderosas para mostrarnos estos alimentos, utilizando desde el poder del olor hasta imágenes muy atractivas".

Combinemos esta abundancia de comida con el estrés, la soledad, la necesidad de relajarse y otras preocupaciones modernas... y nos encontraremos viviendo con un estilo de vida nada saludable. Por lo general, son estos sentimientos los que se combinan con pensamientos negativos y terminan generando que comamos en exceso alimentos innecesarios.


Las 3 razones por las que comemos sin hambre

Estrés:

Usted llega a su casa después de un día de trabajo y una de las primeras cosas que hace es ir a la nevera para comer algo. En este punto usted se tendría que preguntar ¿Es la comida la solución para el estrés que traigo desde el trabajo?
Piense en una solución alternativa más específica, por ejemplo, cambiarse de ropa por algo más cómodo que le haga sentirse mejor. O escuchar un poco de música. La cuestión, en este caso, es hacer una transición del estrés del trabajo a su casa, sin pasar por la comida.


Soledad:

Al final del día, los fines de semana o en cualquier otro momento te encuentras solo o sola, esa es una situación de alto riesgo para picar o comer en exceso. ¿Es la comida la solución a su situación de aislamiento?
La conexión  con amigos o cualquier otra actividad es seguramente, una mejor opción en lugar de llenar el vacío con la comida. Cuando te sientes en soledad, considera todo lo que podrías hacer para ayudarte a sentirte más conectado con amigos y familiares, ya sea en persona o a través de los medios de comunicación social. Hay muchas formas de poner fin a esa sensación de aislamiento, la comida no lo hará.


Aburrimiento:

¿Es usted de las personas que cuándo no tiene nada para hacer hurga en toda la cocina en busca de algo para comer? ¿Está usted realmente con hambre? ¿Es la comida la solución para cuando no puede encontrar algo que le interese? Cuando está aburrido, la solución es encontrar maneras de involucrar a su interés y la imaginación. Si usted se toma algún tiempo para considerar otras opciones, antes de que se aburra, tendrá un conjunto de posibles soluciones que no involucren a los alimentos.


Algunas consideraciones a tener en cuenta

Un estudio de la Universidad de Cornell ha determinado que las personas que generalmente comen solas, son más propensas a tener una alimentación compulsiva a deshora.

El mismo estudio reveló que los individuos que comen menos verduras y más comidas ricas en grasas saturadas, también ven aumentada su impulsividad con la comida fuera de los horarios habituales.

Cuando se sienta estresado o aburrido y percibe que quiere ir a por comida, bébase un vaso lleno de agua, a veces, el agua en el estómago inicia una reacción metabólica compleja que quita el deseo de comer. Nótese que hemos dicho agua, no bebidas azucaradas ni ningún otro líquido, solo AGUA.

No solamente tome agua cuando nota que va en búsqueda de comida, tomar varios vasos de agua al día (incluso sin ganas de tomar) como dijimos, genera una reacción en el estómago que quita las ansias de comida. Un estudio de hace unos años indicaba que tomar un vaso de agua cada 2 horas nos puede hacer ingerir hasta un 9% menos de calorías.

Comer haciendo otra actividad, por ejemplo mirando televisión, incrementa el impulso por comer o “picar” por fuera de las comidas predeterminadas. Cuando coma, apague el televisor y concéntrese en la comida.

Una investigación de la Universidad de Nottingham (Inglaterra) indica que las personas que practican algún ejercicio físico, incluso caminar, se mostraron un 35% menos propensos a comer a deshora. Así que si usted no practica ningún ejercicio en particular, salga a hacer una caminata, andar unos 20 minutos sería aceptable, pero si puede hacerlo por más tiempo, mucho mejor.