La compleja relación entre la obesidad y la depresión


Si bien la depresión generalmente conduce a la falta de apetito y a la pérdida de peso, también puede estar asociada al aumento del mismo. Esto se ve claramente en las llamadas “depresiones atípicas”, con una serie de síntomas que incluyen la reactividad del estado de ánimo (capacidad de estar animado al menos temporalmente), el aumento del apetito, ganancia significativa de peso y el aumento del sueño.  


obesidad y la depresión



¿Un trastorno depresivo conduce al aumento de peso o el aumento de peso puede conducir a un trastorno depresivo? En este tema, las investigaciones de los últimos años han sido variadas. Uno de los pioneros de los estudios sobre la obesidad, el psiquiatra Albert Stunkard, realizó una investigación en el año 1998 en la que se señaló que no debería sorprender que aquellos que sufren de exceso de peso pudieran sufrir dificultades psicológicas a causa de la discriminación y prejuicios de las que estas personas son a menudo objeto. Sin embargo, el estudio en sí no pudo encontrar características psicológicas o una personalidad distintiva específica en aquellos que eran obesos, que se pudiera distinguir exclusivamente en ellos.
Lo que este estudio sí halló, es que las personas con obesidad que buscaban repetidamente hacer tratamientos para bajar de peso, eran más propensas a sufrir de depresión y/o ansiedad.


Investigaciones más recientes han advertido que los factores claves asociados en la relación obesidad-depresión están estrechamente vinculados al estado socioeconómico de la persona, a su imagen corporal, a la salud física, a la presencia de trastornos alimentarios, a la discriminación y a la gravedad de la obesidad, en particular cuando el índice de masa corporal (IMC) es superior a 40.


La investigación más extensa sobre este tema fue la realizada en 2010 por un grupo de profesores de distintas universidades holandesas, encabezados por la psiquiatra Floriana Luppino. Dicha exploración se llamó “Sobrepeso, obesidad y depresión: revisión sistemática y meta-análisis de estudios longitudinales” y abarcó 15 estudios diferentes, incluyendo a más de 55 mil personas de ambos sexos. Estas investigaciones encontraron amplias evidencias de “asociaciones bidireccionales” entre la obesidad y la depresión. Por ejemplo, las personas obesas tenían un 55% más de riesgo de desarrollar depresión con el tiempo, mientras que las personas con depresión tenían un riesgo del 58% de volverse obesas.
Esta investigación también evidenció que los trastornos depresivos afectan negativamente los resultados de tratamientos para la obesidad, es decir, ante un tratamiento para adelgazar, las personas con depresión tienden a perder menos peso y tienen más dificultades con el mantenimiento a largo plazo del peso perdido.
El hecho de que la depresión provoque un aumento de peso puede estar relacionado a trastornos neuroendocrinos (el aumento de producción de cortisol o la activación del eje hipotalámico-pituitario-adrenal), la adopción de un estilo de vida poco saludable o el consumo de antidepresivos (particularmente paroxetina, mirtazapina y amitriptilina).
Estudios más recientes han agregado a la hormona leptina (producida por el tejido adiposo) como una base biológica común que subyace en el origen tanto de la obesidad como de la depresión.


Conclusión

La relación entre la obesidad y la depresión es compleja. Ambos trastornos son heterogéneos, con patologías superpuestas y los factores más significativos de ambos son por causas genéticas y ambientales. Dada la co-ocurrencia de estas dos condiciones, es evidente que debe existir una mayor investigación para determinar todos los mecanismos implicados, más aún si tenemos en cuenta la considerable carga de ambas patologías en la salud pública. 




Referencia:
http://archpsyc.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=210608