La relación entre los alimentos ricos en grasas y el comer de más


Es bastante común que cuando comemos alimentos ricos en grasas saturadas, nos pasemos de la raya ¿por qué ocurre esto? Un grupo de proteínas en el cerebro parece tener la respuesta.


alimento graso


Nuestro organismo controla la ingesta de alimentos mediante un equilibrio de necesidad entre los alimentos imprescindibles para sobrevivir y los alimentos que nos causan placer. Al distorsionar este equilibrio entre estos dos sistemas, puede ocurrir que la ingesta por placer tome el mando, al parecer por señales equivocadas al cerebro. Lo que da por resultado el comer en exceso y la obesidad.

Investigadores de del programa Neurociencias y Abuso de Sustancias de la Universidad de Vanderbilt (EE.UU) que vienen estudiando este tema desde hace años, dicen que la comprensión de estos mecanismos podría ayudar a prevenir y reducir la incidencia de la obesidad.

Es impresionante la cantidad de personas que consumen de más cuando se trata de alimentos ricos en grasas saturadas, incluso posteriormente a la sensación de saciedad. Es por ello que los investigadores vienen llevando a cabo varios estudios tratando de entender por qué ocurre este efecto.

Biológicamente, la obesidad es el resultado de fallas en el sistema nervioso central, lo que ocasiona que el organismo no pueda igualar su consumo de energía (a través de los alimentos) con su gasto energético. La cantidad de lo que comemos está controlado por la supervivencia, es decir el metabolismo del cuerpo y nuestros sentidos de placer, como el gusto y el olfato. Cuando se deterioran las señales específicas en el cerebro, estos dos sistemas pueden desequilibrarse, lo que resulta que la persona caiga en el exceso.


Un grupo específico de células del cerebro que controla la motivación, el movimiento y la atención, determina mediante una señalización la cantidad de alimentos con alto contenido de grasas que deberíamos comer. Pero cuando esta señalización es defectuosa, la persona come en exceso, especialmente alimentos con alto contenido de grasas saturadas.


Los investigadores observaron una vía de señalización específica en el cerebro: la señalización de insulina, y la forma en que esta trabaja en circuitos específicos de células cerebrales. Los defectos en la señalización de insulina pueden anular los mecanismos homeostáticos naturales del cuerpo a favor de los mecanismos de recompensa, lo que lleva a la obesidad.

El complejo rapamicina es un grupo de proteínas implicadas en la señalización de la insulina en el cerebro. Los investigadores quisieron averiguar como el complejo rapamicina y la señalización de la insulina afectaba el consumo placentero de alimentos altos en grasa.
Ellos alteraron genéticamente las células del cerebro en ratones mediante la supresión de una parte del complejo rapamicina y encontraron que los ratones sin estas proteínas ingirieron en exceso comida rica en grasa. Sin embargo, cuando se les proporcionó únicamente alimentos bajos en grasa, no comieron en exceso.

Además, encontraron que los ratones cuyo complejo rapamicina no funcionaba correctamente también tenían menos dopamina en regiones específicas del cerebro. La baja transmisión de dopamina en las células cerebrales se asocia con la obesidad, tanto en seres humanos como en animales, y también en el abuso de sustancias adictivas.

Este hallazgo revela que, paradójicamente, el sistema que está diseñado para el control del consumo de alimentos gratificantes ricos en grasas, puede ser secuestrado por los mismos alimentos que está diseñado para controlar.
Consumir una dieta alta en grasa puede resultar gratificante para mucha gente, pero también parece causar cambios en las áreas del cerebro que están implicadas en el control de la alimentación. El estudio demuestra que cuando se interrumpe la señalización en estas áreas del cerebro, se genera un círculo vicioso creciente.



Los niños que reciben más luz solar tienen menos probabilidades de sufrir miopía


El hecho de jugar al aire libre genera en los niños una serie de beneficios para su salud, pero tal vez, uno de estos beneficios no sea tan conocido por los padres, y es que puede ayudar a proteger la vista. 





Una investigación realizada en China encontró que pasar 40 minutos más diariamente al aire libre durante tres años, resultó en una importante reducción en la tasa de miopía en los niños.
Dicho estudio fue realizado por investigadores de la Universidad Sun Yat-sen y es parte de una serie de análisis más extensos, ya que la miopía ha alcanzado niveles de epidemia en China y en muchos otros países de Asia.


La miopía es una anomalía del ojo, que si bien los objetos cercanos se puedan ver sin problemas, produce una visión poco clara o borrosa de los objetos lejanos. Este defecto ocular se debe a una excesiva curvatura del cristalino que hace que las imágenes de los objetos se formen antes de llegar a la retina.


La investigación analizó a casi 2 mil alumnos de primer grado de 12 escuelas diferentes en la ciudad de Cantón, durante un período de tres años. 
Debido a sus distintos funcionamientos, en algunas de las escuelas los escolares estaban más tiempo al aire libre.

Los resultados finales mostraron que después de tres años, la incidencia de miopía para los estudiantes que pasaron un tiempo extra de 40 minutos al aire libre fue de 30,4%. En cambio, para los niños que tenían menos actividad al aire libre, la incidencia fue del 39,5%.

El estudio obtuvo una diferencia absoluta de 9,1% en la tasa de incidencia de miopía, lo que representa una reducción relativa del 23% en tres años. Según los autores de la investigación, esto es especialmente importante porque los niños pequeños que desarrollan miopía temprana, son más propensos a que deriven en casos más graves.
Por tanto, un retraso en el inicio de la miopía en niños pequeños (que tienden a tener una mayor tasa de progresión de la enfermedad) podría proporcionar importantes beneficios para la salud ocular a largo plazo.

Tanto escuelas como padres, deberían animar a los niños a pasar más tiempo al aire libre, las escuelas deberían tener más clases fuera de las aulas o recreos más largos. En el caso de los padres, deberían llevar a sus hijos a lugares al aire libre los fines de semana, en particular aquellos niños con alto riesgo de desarrollo de miopía, por ejemplo, los niños que tienen alguno de sus padres que también son miopes.

Referencia: http://jama.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=2441261


Hormonas femeninas y trastornos de alimentación

Es sabido que las hormonas ováricas que impulsan el ciclo menstrual pueden conducir a las mujeres a dificultades emocionales, especialmente a que sean más vulnerables a trastornos alimentarios. 



trastornos de alimentación


Un estudio llevado a cabo por Kelly Klump, experta en desórdenes alimenticios de la Universidad Estatal de Michigan, ha confirmado que las hormonas ováricas (estrógeno y progesterona) conducen a aumentos de atracones por causas emocionales a través del ciclo menstrual.
La investigación encontró tasas significativamente más altas de atracones con alimentos debido a factores emocionales en la segunda mitad del ciclo, cuando los niveles de estrógeno y progesterona son altos.
  
Estos resultados concuerdan con anteriores datos en que mujeres con bulimia nerviosa tenían tasas de atracones alimenticios cinco veces mayor en la segunda mitad del ciclo que en la primera mitad. La parte más alarmante es que, como este ciclo se repite cada mes, por tanto, también lo hace toda la fase biológica que participa en estos síntomas.

Una vez que se observó que dichas hormonas conducían a estos síntomas, la pregunta era ¿de qué forma estas hormonas conducen a los trastornos de alimentación?
Con el fin de examinar “el cómo y el por qué” se comenzó a observar a modo de muestra la función de las distintas hormonas del cerebro, es decir, como éstas regulan, activan o desactivan genes, y de esa forma, conducen a cambios físicos en el cuerpo, por ejemplo, los cambios que ocurren durante la pubertad. Y también los cambios neuronales del cerebro, por ejemplo, el aumento o disminución de la síntesis de la serotonina.

Teniendo en cuenta el importante papel de las hormonas ováricas en la expresión génica, los investigadores comenzaron a preguntarse si las asociaciones entre las hormonas y los atracones de comida fueron impulsadas por cambios en los genes, que luego se tradujo en una mayor ingesta por causas emocionales durante la segunda mitad del ciclo menstrual. En esencia, lo que se quería saber era si estas hormonas pueden cambiar ciertas funciones genéticas que desencadenan estos síntomas psicológicos, del mismo modo que pueden desencadenar las funciones genéticas que originan los síntomas de los cambios físicos en las mujeres.

La investigación sugiere que, precisamente, este era el caso. Siguiendo la misma muestra de mujeres en todo el ciclo menstrual, se encontró que el grado en que los genes influyen en la ingesta “emocional” de alimentos era hasta cuatro veces mayor en las fases hormonales de alto riesgo (segunda mitad del ciclo) que en la fase de bajo riesgo (primera mitad).


influencia genética ciclo menstrual


El dato más sorprendente es que estos cambios genéticos se producen en cuestión de días, no en meses o años, y que además, estos cambios ocurren regularmente durante cada ciclo menstrual.
Estos datos nos pueden estar diciendo que las hormonas ováricas también pueden ser el disparador de otros trastornos o síntomas que varían en todo el ciclo de la mujer, como la ansiedad y la depresión.
  
Sin dudas que se necesita más investigación para entender como estos cambios pueden traducirse en diferentes opciones de tratamientos para las personas afectadas. Sobre todo en como evitar los efectos negativos de las hormonas en los genes involucrados y en los sistemas neuronales.



Referencia:
http://www.klump.socialscience.msu.edu/press-releases/2015/7/14/research-finds-ovarian-hormones-play-genes-like-a-fiddle


A caminar rápido: 25 minutos de caminata ligera diaria reduce a la mitad el riesgo de infarto


Según una investigación presentada semanas atrás en el congreso de la Sociedad Europea de Cardiología, caminar 25 minutos diarios a paso ligero podría añadir en una persona hasta siete años más de vida.



A caminar rápido


Los investigadores, que se encuentran estudiando el efecto que la actividad física tiene a nivel celular, aseguran que el ejercicio moderado podría retrasar el proceso de envejecimiento y con esto reducir a la mitad el riesgo de muerte por ataque al corazón, fundamentalmente entre los 50 y 60 años de edad.

Dicho estudio, realizado en el Reino Unido y Alemania seleccionó a un grupo de hombres y mujeres de entre 30 y 60 años, estas personas no practicaban ejercicios regularmente y fueron incluidos en un programa de acondicionamiento físico diario.
En dicho sondeo se siguieron algunos factores claves del envejecimiento, como determinados marcadores biológicos en las muestras de sangre. Seis meses después del comienzo, dichos marcadores mostraron algunos cambios, lo que más llamó la atención a los investigadores fue el incremento de enzimas que colaboran en la reparación del ADN dañado.
Los expertos dijeron que tan sólo 25 minutos de caminata a paso ligero o correr lento todos los días, además de una mejor salud podría agregar hasta 7 años en la vida de una persona.


Sanjay Sharma, profesor de enfermedades cardiacas hereditarias de la Universidad St George de Londres dijo: "Cuando usted hace ejercicio moderadamente, podría estar reduciendo el riesgo de morir de un ataque al corazón en un 50%, sobretodo cuando está entre sus 50 y 60 años. Además, el ejercicio físico es uno de los mejores antidepresivos, mejora la función cognitiva y desde hace un tiempo hay evidencias de que puede retardar la aparición de demencia".


Asimismo, cardiólogos presentes en la conferencia han expresado que nunca es demasiado tarde para comenzar a hacer ejercicio. Por ejemplo, estudios independientes han demostrado que las personas que comienzan a practicar ejercicios físicos en el entorno de los 70 años, tienen menos probabilidades de llegar a desarrollar fibrilación auricular (una arritmia cardíaca que afecta alrededor del 10% de las personas mayores de 80 años). Todo el mundo debería tratar de hacer unos 150 minutos de algún tipo de gimnasia a la semana, para ayudar a mantenerse saludable del corazón.

El estudio ayudó a demostrar además, que el entrenamiento con intervalos de alta o media intensidad combinado con entrenamiento de fuerza (levantamiento de peso) tiene un impacto más positivo aún en los marcadores de envejecimiento. Los autores observaron que el ejercicio de resistencia (anaeróbico) conjuntamente con ejercicio de alta o media intensidad (aeróbico) aumenta la actividad de la telomerasa, una enzima que ayuda en la reparación del ADN.