La mayoría de la gente sabe que comer demasiada azúcar y
alimentos procesados que la contengan, puede contribuir a problemas de
salud física como la obesidad y la diabetes.
En cambio, se ha prestado mucha menos atención, a los efectos de una
dieta alta en azúcar en la salud mental. Numerosos estudios han
demostrado los efectos nocivos que los alimentos con alto contenido de azúcar
pueden contribuir en una serie de problemas relacionados con la salud de nuestra mente.
Depresión
Una gran cantidad de azúcar abruptamente en el torrente
sanguíneo puede acentuar los síntomas de trastornos en el estado de ánimo. Las
investigaciones han vinculado el alto consumo de azúcar con un mayor riesgo de
depresión y peores resultados en personas con esquizofrenia.
Hay algunas teorías que explican el vínculo, el azúcar
inhibe la actividad de una hormona llamada BDNF que ya de por si es baja en
personas con depresión y esquizofrenia.
El azúcar también está en la raíz de la inflamación crónica,
lo que afecta el sistema inmunológico y el cerebro, por tanto, también por esta
vía, puede estar implicado en la depresión.
No es casual que los países con alto consumo de azúcar
también tienen altos índices de depresión.
Adicción
En el mundo científico ya nadie duda de la evidencia que
indica el alto potencial adictivo que tiene el azúcar.
Tanto el azúcar como los alimentos procesados ricos en ella,
inundan en cerebro con dopamina, causando una buena sensación que con el tiempo
generan cambios en las funciones del cerebro.
En una investigación realizada por profesores de la Universidad de
Cambridge, una simple visión de una porción de tarta de chocolate, activa en
algunas personas, los mismos centros de recompensa del cerebro como lo hace la
cocaína en personas adictas a esta droga.
En un estudio del año 2008, se les suministró a un grupo de
ratas adictas a la cocaína, un producto muy dulce y rico en grasas saturadas
durante 3 meses.
Pasados 2 meses, en pruebas de laberinto el 60% de las ratas
preferían el producto dulce a la droga.
Cuando este alimento les fue retirado presentaron los mismos
síntomas de abstinencia que al estupefaciente.
Ansiedad
La dieta estándar de la mayoría de los países occidentales
está llena de azúcar.
El azúcar no necesariamente causa ansiedad, pero si empeora
sus síntomas y además, afecta la capacidad del cuerpo de hacer frente al
estrés.
En un estudio realizado en 2011, ratas de laboratorio que
comúnmente bebían agua azucarada, cada vez que se les era retirada, la mayoría
sufría episodios de agitación, lo que puede llevar a ataques de ansiedad.
Está comprobado que los cambios dietéticos por sí solos no
pueden curar la ansiedad, en cambio si pueden minimizar los síntomas, aumentar
la energía y mejorar la capacidad del cuerpo para hacer frente al estrés.
Aprendizaje y memoria
El azúcar también puede comprometer las capacidades
cognitivas como el aprendizaje y la memoria.
En un estudio de laboratorio realizado por la Universidad de
California, de seis semanas de duración,
hicieron tomar a un grupo de
ratas una solución de fructosa (similar a la soda), mientras que a otro grupo
de ratas se les proporcionó una dieta nutritiva que también incluía ácidos
grasos omega- 3. El resultado fue que en las pruebas de laberinto, el primer
grupo, tuvo más problemas de memoria para recordar el recorrido ya que
demoraron en promedio, un 30% más de tiempo que las segundas en finalizarlo.
Una dieta alta en azúcar causa resistencia a la insulina,
esto a su vez daña la comunicación entre las células vinculadas al aprendizaje
y formación de la memoria del cerebro.
Para terminar...
El reconocimiento de éstos y otros riesgos, parecen que,
lentamente están haciendo tomar conciencia sobre el consumo de azúcar.
Por ejemplo en Estados Unidos, hace una década, las calorías
diarias provenientes de los azúcares significaban el 18% de las calorías
totales. Hoy esa cifra está en el 13%.
Si analizamos otros países occidentales, seguramente nos
encontremos con cifras similares.
Nuestros cuerpos no están preparados para soportar la
cantidad de azúcar que se ha convertido en la norma de las dietas de las
últimas décadas. Por lo menos ahora estamos empezando a reconocer que la mente
y el cuerpo están íntimamente conectados y ambos deben ser alimentados
correctamente para lograr una salud óptima.