La obesidad es un importante problema para la salud pública
de prácticamente todos los países desarrollados. Un tercio de las personas en
esos países son obesas.
Un grupo de especialistas de la unidad de Psiquiatría de la Universidad de Florida,
propone que, si ciertas conductas alimentarias, tienen características que son
análogas a las conductas adictivas propias de las drogas, habría que tratarlas como tal.
La obesidad aumenta sustancialmente los riesgos para una
variedad de trastornos médicos, incluyendo la diabetes de tipo 2, la apnea del
sueño, el asma, la presión arterial alta, enfermedades cardíacas, la artritis y
el cáncer. Todo esto sin contar los millones que se pierden al año en costos de
atención médica.
La obesidad como adicción
De hecho, los especialistas saben que algunos tipos de
alimentos pueden ser adictivos en personas concretas y que estos alimentos
influyen en los mismos circuitos cerebrales en los que actúan las drogas.
Hay estudios que demuestran que los medicamentos que ayudan
a reducir las ansias por drogas adictivas, pueden también ayudar a disminuir la
ansiedad por la comida en personas con comportamientos graves de adicción a
determinados alimentos.
Varias investigaciones que han estudiado la obesidad en
animales y seres humanos, han generado datos que apoyan este concepto.
Pero ¿significa esto que todo obeso es adicto a la comida?
No, se debe ver la adicción a la comida como una de las
causas de la obesidad.
Dentro de los obesos, hay un subgrupo de individuos que
tienen una seria adicción al azúcar y tal vez a otros componentes de los
alimentos.
En este subgrupo de personas, el consumo de ciertos
alimentos, puede alterar las regiones cerebrales responsables de conductas
motivacionales de manera paralela a los efectos de la nicotina, alcohol,
marihuana u opiáceos. En este subgrupo de gente, la comida se convierte en un
foco principal de las actividades diarias.
Estos individuos encuentran consuelo en algunos alimentos y
parecen desarrollar un tipo de síndrome de abstinencia cuando se encuentran sin
ellos, durante períodos de tiempo relativamente cortos.
Con el tiempo, la comida no solo pierde la capacidad de
proporcionar placer, sino que se hace necesaria para evitar sentirse mal.
Algunas personas comen en exceso, otras en exceso crónico, aun
sabiendo las consecuencias médicas relacionadas con la obesidad. Este tipo de
conducta no es muy diferente de algunos efectos de las drogas adictivas.
Factores extras
Para muchas personas, el impulso de comer en exceso resulta
de factores no relacionados con una posible adicción a la comida.
Los alimentos son un combustible necesario para la
supervivencia y nuestro cerebro es el órgano más consumidor de energía del
cuerpo, requiriendo alrededor del 20 % del gasto total de calorías. La madre
naturaleza ha desarrollado una variedad de mecanismos para regular ese
combustible (es decir los alimentos) y para asegurarse de que el cerebro recibe
su asignación requerida.
Un número de proteínas producidas en el cuerpo (más otros
productos químicos) interactúan con los tejidos como la grasa, el hígado y el
cerebro para regular la conducta alimentaria. A veces, uno o más de estos
productos químicos se desequilibra. Esta desregulación puede ser sutil, pero
con el tiempo un ligero desequilibrio en la ingesta de alimentos conduce a
muchos kilos de peso adicional.
Otros mecanismos también contribuyen a la obesidad. Regiones
específicas del cerebro regulan las emociones, que desencadenan diversos
comportamientos tales como el comer. Las relaciones entre los sistemas
emocionales y los sistemas del apetito son complejos y variados.
Por ejemplo, algunas personas que desarrollan depresión
clínica pierden el apetito y pierden peso, mientras que otros individuos con el
mismo problema, aumentan su consumo de alimentos y el aumentan sustancialmente
de peso. Por lo tanto, los sistemas emocionales interactúan con los sistemas de
regulación de combustible (alimentos) de una manera que puede llevar, desde el
consumo desmedido a no ingerir alimentos.
Todavía los científicos no han descifrado del todo, los
factores que predisponen a los individuos deprimidos para ganar o perder peso.
Entender la obesidad como una adicción, ¿puede llevar a
nuevos tratamientos?
Sin dudas que habrán herramientas cada vez más disponibles
para ayudar a definir las causas específicas de la obesidad en un individuo
determinado.
Estas herramientas probablemente incluirán, análisis de
sangre, estudios genéticos, imágenes de resonancia magnética cerebrales, etc.
Una vez identificadas las causas específicas, podrían ser
diseñados tratamientos más eficaces.
Algunas modalidades de tratamientos podrán ayudar a las
múltiples causas de la obesidad, mientras que otros sólo serán eficaces en
personas con causas específicas.
Por ejemplo, si una persona es verdaderamente adicta a
ciertos alimentos, entonces los tratamientos conductuales y farmacológicos
utilizados para tratar otras adicciones pueden ser útiles.
Del mismo modo, si la desregulación emocional está
íntimamente ligada a la conducta alimentaria de una persona, las terapias
conductuales específicas podrían ayudar a regular las respuestas al estrés de
manera más productiva. Si ciertas proteínas que regulan la ingesta de alimentos
son hiperactivas, los medicamentos podrían desarrollarse para amortiguar los
efectos de esas proteínas.
Es importante destacar que la obesidad, al ser de una
condición tan heterogénea, seguramente existirán muchos tipos de tratamientos.
Para finalizar…
Los sistemas sanitarios de los distintos países deben
entender que la obesidad y el desarrollo de tratamientos eficaces, dependen de
la investigación que abarca varias especialidades médicas, como la
endocrinología, medicina de la adicción y la psiquiatría. La obesidad y la
adicción son dos trastornos que perjudican gravemente la salud de las personas
y la investigación es esencial si queremos mejorar los tratamientos y los
resultados.
Invertir en investigación podría ahorrar muchísimo dinero en
el largo plazo.