Cuando realizamos ejercicio físico, especialmente actividades aeróbicas o de resistencia como correr, nadar o andar en bicicleta, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios hormonales para satisfacer las demandas energéticas del ejercicio. Uno de los cambios más importantes involucra la insulina, que es una hormona producida por el páncreas y juega un papel crucial en el metabolismo de la glucosa (azúcar) en el cuerpo.
Durante el ejercicio:
Después del ejercicio:
Sensibilidad a la insulina mejorada: Después de finalizar el ejercicio, el cuerpo continúa adaptándose. Una de las adaptaciones más importantes es que la sensibilidad a la insulina mejora significativamente. Esto significa que el cuerpo se vuelve más eficiente para utilizar la insulina para transportar la glucosa hacia las células, lo que facilita la eliminación de la glucosa de la sangre y la saciedad de los depósitos de glucógeno en el músculo y el hígado. Una mayor sensibilidad a la insulina es beneficiosa para las personas con resistencia a la insulina o diabetes tipo 2, ya que puede ayudar a mejorar el control glucémico.
Reposición de glucógeno: Durante el ejercicio, los músculos consumen glucógeno, una forma almacenada de glucosa. Después de finalizar el ejercicio, el cuerpo busca reponer los depósitos de glucógeno en los músculos y el hígado. La insulina facilita este proceso al promover la captación de glucosa en las células musculares y hepáticas para convertirla en glucógeno nuevamente.
Posible hipoglucemia: En algunos casos, especialmente si el ejercicio fue intenso o prolongado, puede ocurrir una disminución excesiva de los niveles de glucosa en sangre después del ejercicio, lo que se conoce como hipoglucemia. Esto puede suceder en personas que toman medicamentos para la diabetes que pueden aumentar la producción de insulina o aumentar la sensibilidad a la misma. Es esencial que las personas que realizan ejercicio con diabetes controlen sus niveles de glucosa en sangre antes, durante y después del ejercicio para evitar episodios de hipoglucemia.
En resumen, durante el ejercicio, la insulina disminuye para permitir que los músculos utilicen la glucosa directamente como fuente de energía. Después del ejercicio, la sensibilidad a la insulina mejora y ayuda a reponer los depósitos de glucógeno en los músculos y el hígado. Es importante recordar que cada persona es diferente, por lo que siempre es recomendable consultar con un profesional de la salud antes de iniciar o modificar cualquier rutina de ejercicio, especialmente si se tiene diabetes u otras condiciones médicas.