El impacto que tiene la música en el cerebro ha sido tema de vastos estudios por parte de la ciencia en la última década.
Ahora los científicos de Universidad de Northwestern, por primera vez han examinado directamente a adultos que de niños aprendieron a tocar algún instrumento.
Los resultados arrojaron que los niños que estudiaron música, de adultos son más observadores y atentos y esto los hace, entre otras cosas, más eficientes y seguros de si mismos.
En comparación con otras personas que no tuvieron formación musical, los adultos con uno a cinco años de estudios de algún instrumento, de adultos tuvieron mejores respuestas del cerebro a la atención y a los sonidos complejos, haciéndolos más eficaces para comprender mejor una determinada situación y por tanto para ser más seguros y efectivos a la hora de tomar decisiones.
La frecuencia fundamental, que es la frecuencia más baja del sonido, es crucial para la percepción del habla, lo que permite el reconocimiento de sonidos en entornos auditivos complejos y ruidosos. “Por lo tanto, la formación musical de niños, hace escuchar mejor y ser más atentos en el futuro”, dijeron los autores del estudio, un grupo de profesores de Ciencias de la Comunicación en la Northwestern.
Ese tiempo sería suficiente; haber sido estudiantes de música en la escuela o enseñanza media ya produce este efecto en la corteza cerebral, la formación musical en la infancia llevará a un proceso más robusto de captación de los sonidos y más tarde de la atención en general.
Mediante la comprensión de la capacidad del cerebro para cambiar y mantener estos cambios, la investigación puede explorar sobre el desarrollo de políticas eficaces y duraderas, y así crear planes educacionales basadas en programas que incluyan música a niveles educativos y de rehabilitación.