Según dos estudios, la presión arterial alta y la diabetes pueden dañar el cerebro y conducir a la pérdida de memoria y otras enfermedades cerebrales.
Tanto la diabetes como la hipertensión arterial se han convertido en
una pandemia en los países desarrollados, incluso también en varios de los
llamados en vías de desarrollo. Los adultos con diabetes tienen de dos a cuatro
veces más probabilidades de tener una enfermedad cardíaca o un derrame cerebral, que los adultos sin diabetes.
Las enfermedades del corazón y los accidentes
cerebrovasculares son las principales causas de muerte y discapacidad entre las
personas con diabetes tipo 2. De hecho, al menos el 65 % de las personas con
diabetes mueren de alguna enfermedad cardiaca o un derrame cerebral.
Hipertensión y diabetes: doble golpe al cerebro
Además del aumento en el riesgo de enfermedad cardiovascular
provocado por la presión arterial alta y la diabetes, una nueva investigación
ha encontrado que estas condiciones también llevan a la contracción del cerebro
y al deterioro cognitivo.
El estudio recientemente realizado por la Clínica Mayo, halló que las
personas de mediana edad (en el entorno de los 40 años) que desarrollan
diabetes o que sufren de hipertensión, son dos veces más propensas a tener
pérdida de células cerebrales que las personas de la misma edad que no padecen
hipertensión o diabetes. Este daño cerebral trae como resultado un mayor
porcentaje de problemas de memoria, demencia y pérdida de habilidades cognitivas.
El estudio titulado “Asociación de la diabetes tipo 2 con el
deterioro cognitivo” fue publicado en la revista ‘Neurology’ hace unos días.
Uno de los autores del estudio, el epidemiólogo Rosebud
Roberts dice: “Si podemos prevenir o controlar la hipertensión y la diabetes en
la mediana edad, se pueden prevenir o retrasar algunos daños cerebrales que
ocurrirán años o décadas más tarde y que ocasionarán a la persona problemas de
memoria y demencia”.
El estudio
Para dicha investigación se evaluaron a 1437 personas con
una edad promedio de 80 años. Los autores del estudio encontraron que las
personas que desarrollaron hipertensión y/o diabetes en la mediana edad tenían,
en promedio, un volumen total del cerebro un 3% más pequeño que quienes no
padecieron de estas enfermedades.
En el área del hipocampo del cerebro, el volumen fue un 4%
más pequeño, esto ocasiona el doble de probabilidades de tener problemas de
memoria, demencia y habilidades cognitivas.
Roberts dice: "Las personas que desarrollaron diabetes,
incluso en la vejez, también eran más propensas a tener áreas dañadas del
cerebro. En cambio, no se vieron muchos efectos cuando lo que se desarrolló en
la vejez fue la hipertensión. Por eso creemos que en particular la diabetes,
tiene efectos adversos independientemente de la edad en la que se desarrolla".
Hipertensión en la mediana edad vinculada a biomarcadores del
Alzheimer
Otro estudio de los mismos investigadores constató que las
personas de mediana edad con la presión arterial llamada “presión de pulso”
alta, son más propensas a tener biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer en
el líquido cefalorraquídeo, que aquellos con una presión de pulso normal.
En este estudio participaron 177 personas, todos mayores de 55 años
que no presentaban síntomas de la enfermedad de Alzheimer. A los participantes
se les tomó la presión de pulso y se les realizaron punciones lumbares para
obtener líquido cefalorraquídeo.
Los resultados encontraron que las personas que tienen una
mayor presión de pulso son más propensas a tener biomarcadores de Alzheimer en
su fluido espinal cerebral, que aquellos con menor presión de pulso.
Los autores dicen que: “Esto es consistente con los
hallazgos que indican que la hipertensión arterial en la mediana edad es el
mejor predictor de futuros problemas en lo que se refiere a la pérdida de
células cerebrales, por tanto, a problemas de memoria y otros daños en el
cerebro”.
Soluciones
Por suerte, hay muchas cosas que se pueden hacer para ayudad
a disminuir la presión arterial y reducir el riesgo de desarrollar diabetes
tipo 2.
Por ejemplo, crear hábitos diarios saludables que incluyan
actividad física regular y la elección de una alimentación saludable. También la
reducción del estrés puede colaborar a disminuir la presión arterial y el
riesgo de diabetes.
En especial el ejercicio físico, tanto aeróbico como de fuerza, ha
demostrado estimular la neurogénesis (crecimiento de nuevas neuronas) y favorecer a una mejor conectividad cerebral.