Está claro que las verduras son una de las opciones más saludables de nuestra dieta diaria, ya que ayudan, entre otras cosas, a reducir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Pero junto a los beneficios que otorgan a nuestra salud, también pueden existir algunos inconvenientes.
Si bien las verduras deben ser una parte importante de
nuestra dieta, también debemos saber que las mismas son muy pobres en proteínas
y grasas, además de que carecen de vitamina B 12, que sólo se encuentra en
alimentos de origen animal.
Es importante tener en cuenta que el consumo excesivo y el mal manejo de los vegetales
pueden aumentar las probabilidades de enfermedades trasmitidas por estos alimentos debido fundamentalmente a la exposición de algunas toxinas que poseen.
Veamos los efectos secundarios que pueden ocasionar el
consumo prolongado de algunas verduras.
Pérdida de minerales
La fibra dietética de las verduras tiene la capacidad de
unirse a diferentes minerales, por ejemplo, al calcio, magnesio, zinc, cobre o al hierro, reduciendo de esta forma su absorción. Particularmente las
verduras que contienen oxalatos, fitatos (ácido fítico) y polifenoles
dificultan la absorción de minerales.
Verduras ricas en oxalatos y fitatos: espinaca, remolacha, acelga, puerro, brócoli y tomate.
Malestar abdominal
Los vegetales fibrosos pueden aumentar las
flatulencias y el malestar abdominal, las verduras como el repollo (o col), coliflor,
patatas, cebollas y rábanos son conocidos por causar flatulencias y eructos.
Esto sucede debido a la presencia de gas producido por bacterias en el
intestino que actúan sobre la fibra dietética no digerida en el colon, lo que
produce la acumulación de metano, dióxido de carbono y otros gases en el
intestino, cuando estos gases son liberados causan los eructos y las
flatulencias.
Bociógenos
Los bociógenos son sustancias de origen natural que bloquean
la absorción del yodo (recordemos que el yodo es esencial para la producción
de las hormonas tiroideas). Los bociógenos se encuentras en verduras como el
brócoli, coles de Bruselas, nabos, patatas dulces, maíz (choclo), repollos y
coliflor. Cuando se consumen en grandes cantidades estos vegetales pueden
causar el agrandamiento de las glándulas tiroides (bocio). El efecto de los
bociógenos aumenta aún más si el aporte de yodo en la dieta es limitado, como
por ejemplo, en una dieta restringida en sal.
Mal aliento y olores corporales
Algunas verduras como la cebolla y el ajo pueden causar mal
aliento y transpiración olorosa en una persona, incluso varias horas después de
su consumo. Esto ocurre debido a la presencia de compuestos presentes en el azufre tales como el sulfuro de hidrógeno, el sulfuro de dimetilo y el metil
mercaptano. Cuando estos compuestos pasan a través de la pared intestinal hacia
el torrente sanguíneo, se exhalan a través de los pulmones y son secretados en
forma de saliva, sudor y otros fluidos corporales.
Toxinas
Algunas verduras contienen sustancias químicas naturales que
pueden resultar tóxicas si se consumen en grandes cantidades durante un largo
tiempo. Por ejemplo, la patata contiene glicoalcaloides, sobre todo solanina y
chaconina, que son sustancias tóxicas las cuales un consumo prolongado puede
provocar problemas gastrointestinales. Lo único que destruye a estas toxinas es
cocinar las patatas por encima de los 170 ºC (340 ºF )
Las verduras también pueden estar contaminadas con
pesticidas o infectadas con microbios que pueden causar una intoxicación
alimentaria. Es muy importante lavar correctamente las verduras antes de su
consumo. Otro punto importante es no consumir verduras que presenten moho, ya
que de hacerlo estaremos dando entrada a una importante cantidad de toxinas a
nuestro organismo.
Para terminar debemos decir que, como hemos escuchado
algunas veces, demasiado de algo es malo. Comer bien es importante, pero comer
en las proporciones adecuadas es muy importante también.