¿Podrá ser viable, en un tiempo no muy lejano, que con bacterias intestinales se puedan tratar o prevenir enfermedades tales como el trastorno por estrés postraumático, la ansiedad o la depresión?
Un grupo de investigadores del Instituto del Cerebro de la Universidad McMaster
en Ontario (Canadá) están estudiando los efectos de las bacterias intestinales
sobre el cerebro humano y los estados de ánimo.
Los billones de microbios en el tracto intestinal, conocidos
como microbioma intestinal afectan profundamente la biología humana ya que
intervienen, por ejemplo, en la digestión de los alimentos, en la regulación
del sistema inmunológico, y además, le trasmiten señales al cerebro que pueden
alterar el estado de ánimo y el comportamiento del individuo.
La investigación
A partir de investigaciones en ratones de laboratorio, los
autores han demostrado que las bacterias intestinales afectan seriamente el
estado de ánimo. También fueron capaces de controlar el comportamiento de ratones con depresión y ansiedad, alimentándolos con bacterias a
partir de microbioma de ratones sanos.
El experimento consistió en exponer a ratones pequeños a
ratones más grandes y agresivos, durante unos minutos al día durante 10 días
consecutivos. De esta forma, los ratones pequeños comenzaron a mostrar notorios
signos de ansiedad y estrés, además de disminución del apetito, agitación y una
menor interacción social con otros ratones.
Luego, los investigadores recogieron muestras de heces de
los ratones estresados y las compararon con heces de ratones sanos. Lo que encontraron fue un desequilibrio en la flora
intestinal de los ratones estresados, había una menor diversidad en los tipos
de bacterias.
Lo que hicieron los investigadores posteriormente fue
alimentar a los ratones estresados con los mismos probióticos (bacterias vivas)
que se encontraron en los ratones sanos, y se examinaron nuevas muestras
fecales. Al mismo tiempo, se estudiaron los cambios en la química del cerebro
utilizando una Espectroscopía de Resonancia Magnética Nuclear (ERM).
No sólo el comportamiento de los ratones mejoró rápidamente
y en forma drástica con el tratamiento de probióticos, sino que el mejoramiento continuó durante varias semanas después. Además, la tecnología ERM permitió
ver ciertos cambios en biomarcadores químicos en el cerebro de los ratones
cuando estaban estresados, y posteriormente, cuando estaban consumiendo los
probióticos.
En el correr de este año el mismo grupo de investigadores
llevará a cabo experimentos con transplantes de microbioma intestinal de
ratones sanos a ratones con estrés y depresión. También esperan comenzar con
estos mismos estudios en seres humanos. Si dichas investigaciones tienen los
mismos resultados que los obtenidos en ratones, es probable que no estemos muy
lejos de comenzar a tratar distintas enfermedades neurológicas con bacterias
intestinales.
Referencia:
http://fameandpills.com/stress-and-gut-microbiome-connection
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