Durante los últimos años, una creciente evidencia ha
indicado que la ketamina puede tener efectos antidepresivos rápidos, pero de
corta duración, cuando se administra por vía intravenosa. Este efecto es a
menudo notable y normalmente disminuye en, aproximadamente, una semana. Por lo
general, los antidepresivos de uso corriente tardan varias semanas en hacer
efecto. El hecho de que la ketamina funcione tan rápidamente ha llevado a
nuevas investigaciones que diluciden los mecanismos subyacentes de sus
propiedades antidepresivas.
La ketamina ya está aprobada en varios países, pero para un
uso como anestésico. Las dosis usadas para la anestesia son considerablemente
más altas que las que se estudian para tratar la depresión. La ketamina tiene
una serie de efectos secundarios, incluyendo la disociación (como las experiencias
fuera del cuerpo), alucinaciones, delirios y agitación. También puede causar
deterioro cognitivo, además de volverse adictiva.
Debido a que la ketamina ya está aprobada en muchos países,
los médicos pueden eventualmente prescribirla para condiciones distintas de
aquellas para las cuales está específicamente aprobada. No es raro que los
medicamentos se utilicen para estas condiciones "fuera de etiqueta".
Muchos pacientes no responden a tratamientos convencionales para la depresión y
están desesperados por nuevos procedimientos. Sin embargo, muy pocas pruebas
existen para guiar a los médicos en la búsqueda de la manera de sostener los
beneficios a corto plazo de la ketamina. Esta falta de información se extiende al
uso del fármaco en forma repetitiva. Además, existen efectos secundarios
potencialmente significativos, tanto en su utilización a corto plazo como en el
uso reiterado. A pesar de estas preocupaciones, hay un número creciente de
médicos que están dispuestos a administrar ketamina a personas que sufren de
depresión resistente al tratamiento. De hecho, en Estados Unidos varias
clínicas anuncian abiertamente el uso de ketamina para casos de depresión.
Una reciente declaración del Consejo de la Asociación Americana
de Psiquiatría publicada en "JAMA
Psychiatry" aconseja precaución con respecto al uso de ketamina en tratamientos
para la depresión. Este grupo de trabajo recomienda que los médicos realicen
una revisión exhaustiva de la historia psiquiátrica y médica previa de un
individuo antes de administrar ketamina con el fin de evaluar mejor la relación
riesgo-beneficio del tratamiento. Por ejemplo, dado el potencial de abuso, los
pacientes con antecedentes de trastornos por la utilización de drogas pueden
estar en mayor riesgo de desarrollar un trastorno por uso de ketamina.
Debido a los efectos de la administración de ketamina por
vía intravenosa, los autores recomiendan monitorear el estado físico y mental
del paciente durante e inmediatamente después de administrarla, además de tener
procedimientos en el lugar para manejar complicaciones cardiovasculares o
respiratorias. Los médicos también deben estar familiarizados con las maneras
de manejar a los pacientes que hayan tenido cambios de comportamiento,
incluyendo agitación severa. Ellos recomiendan una documentación cuidadosa de
los síntomas depresivos actuales y un seguimiento cercano de los síntomas a lo
largo del tiempo.
Además, los autores sugieren revisar los posibles efectos
secundarios de la ketamina después de la administración frecuente y proponen
que las evaluaciones de deterioro cognitivo, molestias urinarias y consumo de
drogas se consideren cuando la ketamina se utiliza repetidamente. Señalan que
hay pocos datos que tratan específicamente los efectos del uso repetido de
ketamina en el tratamiento de la depresión.
Algunos médicos están usando caminos alternativos para
administrar ketamina, incluyendo ingestión oral, inhalación intranasal e
inyección intramuscular. Existen datos muy limitados acerca de la eficacia de
estos otros métodos de administración o de los efectos secundarios agudos y de
largo plazo asociados.
Cabe destacar que se está realizando una investigación
sustancial de fármacos inspirados en la ketamina. Mucho más datos sobre su
administración de largo plazo estarán disponibles durante los próximos años.
Recomendaciones más definitivas sobre el uso de ketamina para la depresión en
entornos clínicos deben esperar a la finalización de dichos estudios.
Referencia:
http://jamanetwork.com/journals/jamapsychiatry/article-abstract/2605202
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