¿Por qué algunos movimientos y posturas corporales disminuyen el estrés?


Una reciente investigación nos brinda una nueva comprensión de cómo ciertos movimientos anatómicos controlan el sistema de respuesta del cuerpo al estrés. 


posturas corporales

El psiquiatra Peter Strick es un distinguido profesor de la Universidad de Pittsburgh, y además, es el presidente del Departamento de Neurobiología de dicha universidad. Debido a su agitada vida profesional, a veces debe hacer frente a situaciones estresantes. “Mis hijas me decían, papá, debes hacer un poco de yoga o pilates. Pero yo les manifestaba que no había evidencia científica de que eso me fuera a ayudar”.

Por supuesto que hay evidencia que vincula a la práctica del yoga con la disminución del estrés, pero no es el tipo de evidencia que convencería a Strick. Los estudios muestran correlaciones entre el yoga y el estrés, pero, como buen científico, necesitaba un claro y convincente mecanismo fisiológico para explicar esta relación.

La respuesta al estrés en los seres humanos se ve facilitada por las glándulas suprarrenales, que se encuentran en la parte superior de los riñones y son las que segregan adrenalina en la sangre cada vez que estamos en una situación de tensión.

Durante mucho tiempo, se ha entendido que las glándulas suprarrenales se activan y desactivan por vías procedentes del cerebro. Los científicos pensaban que seguramente en el cerebro había algún área cortical en particular que controlaba dichas glándulas.
En este punto, la gran pregunta que muchos se hacían era: ¿si el estrés es controlado por estas áreas corticales (que son zonas del cerebro que se ocupan, entre otras cosas, de las funciones ejecutivas) por qué no existe ningún tipo de movimiento corporal específico que haga disminuir el estrés?

Ahora, el profesor Peter Strick junto a otros profesionales, parecen haber resuelto el problema. En una reciente investigación presentada a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, científicos de la Universidad de Pittsburgh han descubierto una red ubicada en la corteza cerebral que controla la médula suprarrenal. Parece ser que las conexiones entre el cerebro y las glándulas suprarrenales son mucho más elaboradas que lo que se creía anteriormente.
Este descubrimiento puede ayudar a la comprensión de cómo los movimientos corporales influyen en nuestra salud.


La investigación

Si inyectamos un virus en un órgano del cuerpo, las vías que alimentan ese órgano llevarán el virus hacia el sistema nervioso central. Al trazar el progreso del virus, los científicos pueden delinear las conexiones neuronales entre un órgano y el cerebro. En este caso, Strick y su equipo inyectaron el virus de la rabia en las glándulas suprarrenales de monos de laboratorio.

Cuando el virus tuvo el tiempo suficiente para viajar una distancia predecible, los investigadores anestesiaron al animal, lavaron su sangre e impregnaron fijadores en su sistema nervioso central para detectar hasta donde el virus se había diseminado. Finalmente hallaron lo que estaban buscando: las áreas del cerebro que se conectan con las glándulas suprarrenales.
Se demostró que dos amplias redes de la corteza cerebral tienen acceso a dichas glándulas. La más importante, incluye todas las áreas motoras corticales del lóbulo frontal y porciones de la corteza somatosensorial. Estas áreas están involucradas en la respuesta, preparación y ejecución del movimiento del cuerpo. En especial, la mayor cantidad de neuronas de esta conexión se ubicaban en el área encargada de ejecutar el movimiento de los músculos axiales.

Axial se refiere al eje central del cuerpo, o sea, a la columna vertebral y sus estructuras colindantes (por ejemplo: la cabeza), por tanto, los músculos axiales son todos aquellos que están en este eje central, es decir, en el abdomen, tórax, dorso, lumbares, cuello y cabeza. Contrarios a los que se les llaman músculos apendiculares, que son los de las extremidades, tanto superiores como inferiores. Podemos decir que los axiales son todos los músculos, menos los que pertenecen a los miembros superiores e inferiores.


La segunda red, más pequeña, se origina en regiones de la corteza prefrontal medial, incluyendo a zonas de la corteza cingulada anterior. Estas áreas corticales están involucradas en la cognición de la persona.


Dichos resultados indican que existen circuitos multisinápticos específicos que vinculan el movimiento corporal, la cognición, y la función de las glándulas suprarrenales.


Esto nos está indicando que el control axial tiene un impacto en la respuesta al estrés. Es decir, que una buena postura y fortalecimiento de la zona axial puede ser muy efectiva para el control de situaciones estresantes. Por el contrario, una mala postura de esta zona, podría tener un impacto negativo.

Seguramente ahora Strick reconozca que el yoga y pilates son buenos para el estrés, ya que promueven buenas posturas y el fortalecimiento de los músculos axiales. Los resultados de esta investigación también podrían explicar por qué encontramos a ciertos movimientos y posturas corporales tan relajantes.


Referencia:
http://www.pnas.org/content/early/2016/08/11/1605044113.abstract


La lengua materna da forma a la tonalidad del llanto del bebé


El llanto de los recién nacidos se caracteriza por la tonalidad de su lengua materna. Esto parece ser especialmente evidente en las lenguas tonales, donde la modulación y la fluctuación determinan el significado de las palabras.
Científicos chinos y alemanes han demostrado este fenómeno por primera vez con bebés recién nacidos procedentes de China y Camerún.


llanto bebé

Las lenguas tonales pueden parecer bastante extrañas para quienes no las hablan, ya que su significado también está determinado por la forma en que las palabras o sílabas son pronunciadas. Es decir, dos sonidos aparentemente idénticos pueden significar cosas completamente diferentes, sobre todo en función de si se pronuncia con tono alto, bajo o una fluctuación de tono específico.

Un ejemplo del lenguaje tonal es el mandarín, la lengua oficial de China que también se habla en Taiwán y Singapur, donde deben dominarse cuatro tonalidades características. Las cosas son más complicadas aún con el Lamnso, un idioma que tiene ocho tonalidades y que se habla en el noreste de Camerún.

Un grupo de científicos de la Universidad de Würzburg (Alemania) quería saber si el llanto de los hijos recién nacidos de mujeres que hablan lenguas tonales estaría influenciado por esta característica lingüística.

El resultado indicó que el llanto de estos niños se caracteriza por una variación melódica significativamente mayor que en los niños nacidos en países que no tienen lenguas tonales. Por ejemplo, los niños nacidos en zonas de Camerún donde se habla el Lamnso, mostraron una variación de tono global significativamente mayor entre el intervalo del tono mayor y el más bajo. También, el aumento y la caída de tonos durante el llanto fueron mucho más intensos en comparación con neonatos de madres alemanas o inglesas. Según la profesora Kathleen Wermke, experta en antropología lingüística, “los sonidos del llanto son como un canto” para describir este efecto. Los resultados fueron similares para los recién nacidos en Pekín, pero en un grado algo menor. 

Desde el punto de vista científico, estos resultados apoyan la teoría ya corroborada de que los elementos indispensables para el desarrollo de la lengua futura se adquieren desde antes del nacimiento, sobre todo en el último tercio del embarazo, que es cuando los bebés se familiarizan con su “lengua materna”.

Además, estos estudios de recién nacidos fueron en muy diferentes entornos. Por ejemplo, los niños nacidos en Pekín, están rodeados desde su primer día de vida por todas las influencias de la civilización moderna: radio, televisión, teléfonos inteligentes, etc. Y por otro lado, están los niños nacidos en el entorno rural de Camerún, sin prácticamente ninguna evidencia de tecnología en su entorno. A pesar de estas diferencias culturales, ambos grupos de idiomas tonales exhibieron efectos similares en comparación con niños nacidos en lugares con lenguas no tonales. 
Estos resultados podrían sugerir que, además de factores externos, también podrían estar involucrados factores genéticos, lo que podría llevar a una mejor comprensión de los elementos más influyentes en las fases más tempranas del desarrollo del habla. Y al mismo tiempo, mejorar la probabilidad de identificar, en etapas precoces, determinados indicadores que proporcionen información fiable sobre trastornos en este campo.


Referencia:
http://healthmedicinet.com/maternal-language-influences-first-cry-of-newborn-babies/


Soluciones naturales contra el dolor crónico


dolor crónico


Cuando tenemos un resfriado, es muy común que pensemos en tomar vitamina C o zinc, o quizás también una infusión de equinácea, que es excelente para enfermedades del sistema respiratorio. Cuando estamos teniendo problemas para dormir, es probable que pensemos en alguna infusión que nos ayude, como por ejemplo, té de valeriana, o también en consumir melatonina. Si estamos pasando por un por un período de estrés o ansiedad quizás pensemos en la práctica de yoga o alguna otra técnica de meditación como una opción.
Sin embargo, cuando tenemos un dolor de espalda, es muy probable que en lo primero que se piense para calmarlo es en algún medicamento, como el paracetamol o el ibuprofeno, o incluso algo más fuerte prescrito por el médico. Es decir, las opciones naturales no son en lo primero que se piensa cuando se trata de calmar el dolor.

Pero los analgésicos de venta libre no son tan benignos como parecen, ya que su uso a largo plazo pueden causar problemas en el corazón y riñones. Y los analgésicos de venta con receta pueden tener efectos secundarios significativos, por no mencionar el potencial que tienen de convertirse en una adicción.

Se calcula que hoy en el mundo hay unas mil millones de personas que viven con dolor crónico, y si usted es una de ellas, sabrá lo angustiante que puede llegar a ser. El dolor puede impedir trabajar,  tensionar sus relaciones de pareja, y muchos otros problemas, por tanto, suena lógico que las personas quieran hacer algo al respecto. 
La buena noticia es que hay remedios y técnicas naturales que han resultado ser muy eficaces para el dolor. Lo importante es ir probando para saber cual es la que mejor funciona para usted. 
Veamos algunas de estas opciones:

Árnica Montana: Es una planta de la familia de las asteráceas, en algunos países se la conoce como tabaco de montaña. La manera más sencilla de encontrarla es en forma de gel o pomada, aunque también se puede utilizar en compresas en la zona afectada. Es muy apreciada por su efectividad en tratar dolores musculares y lesiones. Además ha demostrado ser de gran ayuda en la artritis reumatoide. También es utilizada para combatir las estrías del embarazo.

La capsaicina: Se extrae de las plantas, especialmente de los pimientos picantes ya que es el principal componente activo de muchos de ellos. También se puede conseguir como crema tópica. La capsaicina ha demostrado ser eficaz para tratar el dolor de cuello, la osteoartritis y la artritis reumatoide. También es utilizado en casos de neuropatía diabética.

Aceite de hígado de bacalao: Estudios realizados por el investigador Haim Shapiro sugieren que los ácidos grasos omega 3 tienen el potencial de ayudar con el dolor neuropático e inflamatorio. Anteriormente, en estudios realizados en 1996 por el profesor de la Universidad de Oslo, Willy Eriksen, se halló que personas con dolor músculo-esquelético obtuvieron alivio tomando 2 cucharaditas de aceite de hígado de bacalao al día.
  
Extracto de corteza de sauce: El secreto de la corteza de sauce está en un componente activo llamado salicina, que actúa de manera muy similar a la aspirina. Se utiliza para el dolor muscular, dolor de cabeza, artritis, dolores de espalda (sobre todo es muy eficaz para dolores en la parte baja de la espalda), osteoartritis, gota y espondilitis anquilosa (una enfermedad de la columna vertebral).

Ejercicios de meditación o relajación: La tensión muscular puede ser un importante contribuyente al dolor. Tiene sentido entonces, que las distintas técnicas de relajación puedan ser muy eficaces para cambiar nuestra percepción del dolor. Por ejemplo, las investigaciones muestran que la terapia cognitivo conductual ha demostrado ser eficaz para reducir el dolor en la parte baja de la espalda. 
La atención plena o mindfulness si bien no es considerada por mucha gente como exactamente una técnica de relajación, sin embargo ha resultado ser efectiva en el alivio del dolor crónico. El yoga, en cambio, ha demostrado eficacia en dolores de cabeza, de cuello, lumbar y de espalda.



En la mente de los trastornos de alimentación


De las enfermedades denominadas 'crónicas', los trastornos alimentarios ocupan el tercer lugar en el mundo. Aunque dichas patologías también las sufren hombres, son las mujeres las que predominan en todos las franjas etarias y sociales. Se calcula que, aproximadamente, el 3% de ellas sufrirá de anorexia nerviosa en algún momento de su vida, y casi un 4% de bulimia. 



trastorno de alimentación


Estudios recientes han relacionado a los trastornos alimenticios con alteraciones de algunas funciones cognitivas. Las evidencias apuntan a problemas con el razonamiento visuo-espacial y la función motora.


El razonamiento visuo-espacial es la capacidad para procesar información visual que impliquen procesos con la memoria espacial. La función motora es la respuesta a estímulos a través del movimiento muscular.


Más importante aún, el funcionamiento del sistema ejecutivo central parece estar alterado en algunas personas con desórdenes alimenticios. Dicho sistema es, en cierto sentido, un director de orquesta que coordina muchas tareas cognitivas, como por ejemplo, la toma de decisiones, la planificación de tareas y la focalización de la atención.

Es sabido que las personas con trastornos alimenticios a menudo tienen pensamientos persistentes y obsesivos con la comida, el hambre, el ejercicio, el peso y el cuerpo en general. Estos pensamientos repetitivos logran que se agoten otros recursos cognitivos, dejando menos capacidad para planificar otras decisiones y realizar otras tareas. También, es muy posible que la mala nutrición ayude a disminuir dichos recursos. Con respecto a este tema siempre existieron dos teorías:

Teoría 1: La relación entre los trastornos alimenticios y la disminución de la función cognitiva trata acerca de la disminución de los recursos cognitivos causados por la constante desnutrición y el pensamiento obsesivo acerca de la comida. Entonces, si esta teoría es correcta, la función cognitiva debería volver a niveles normales si una persona que tenía un trastorno de alimentación se pone mental y físicamente saludable.

Teoría 2: En estas personas, la disminución de la función cognitiva es permanente y no va a llegar nunca a niveles normales, incluso si el individuo se pone física y mentalmente saludable. Es decir, dicho deterioro es permanente, y podría ser un estado preexistente, o podría ser causado por un daño permanente como resultado de, por ejemplo, la desnutrición.

Para poder distinguir entre estas dos teorías, el Centro de Nutrición Humana de la Universidad Johns Hopkins realizó en el año 2014 una serie de experimentos con personas bulímicas y anoréxicas.

En estas exploraciones, personas con dichas patologías debieron completar una serie de ejercicios tales como categorización de objetos, trabajos de comprensión lectora y tareas relacionadas con la memoria espacial.


Los resultados indicaron que los pacientes anoréxicos estuvieron, en promedio, 15 puntos por debajo de la media de control. Y las personas bulímicas 5 puntos por debajo.


Posteriormente se realizaron las mismas pruebas a personas que habían sido anoréxicas y bulímicas, pero que se habían recuperado. En este caso, los resultados indicaron que apenas pudo verse una pequeña mejora, pero siempre muy alejados de la media saludable. Por tanto, es altamente factible que el estado actual de una persona con un trastorno alimenticio puede no ser toda la historia.

Estudios adicionales parecen apoyar esta conclusión. En una investigación longitudinal realizada en la Universidad de Gotemburgo (Suecia), las personas evaluadas durante la adolescencia, cuando estaban afectadas por un trastorno alimenticio y posteriormente, 18 años después, cuando el 84% se consideraba completamente recuperado. Los resultados de distintas pruebas no mostraron grandes variaciones, incluso algunos participantes mostraron un peor desempeño, casi 20 años después, bien alimentados y sin ningún diagnóstico médico. Por otra parte, la visualización del cerebro con resonancia magnética funcional reveló algunas anomalías en la mayoría de los participantes, como ser alteraciones del caudal sanguíneo en los lóbulos temporales o una materia gris de menor tamaño que lo normal.
Ciertos problemas mejoraron después que algunos pacientes se trataron exitosamente de su patología, lo que estaría indicando que la mala nutrición es una parte del problema. Pero también es cierto que, en muchos pacientes, estas mejoras no ocurrieron.


En conjunto, estos resultados apoyan la teoría 2. Es decir, las personas con trastornos de alimentación no se recuperan completamente, incluso después de tratamientos exitosos.


Es posible que la desnutrición dañe el cerebro de personas con este tipo de trastornos. Alternativamente, estos déficits de habilidades cognitivas también podrían haber estado presentes antes de la aparición de la enfermedad. Lo cierto que es difícil distinguir los efectos de daños cerebrales preexistentes.

Una cosa es clara: las personas con trastornos de alimentación a menudo tienen problemas cognitivos leves. Estas deficiencias pueden tener consecuencias de largo alcance, como por ejemplo, el aumento en la probabilidad de recaída después del tratamiento. Obviamente, los problemas cognitivos no desaparecen después de que el paciente luce recuperado. 

Reconocer estas deficiencias es la mejor manera de promover un mejor entendimiento de los trastornos alimenticios y también de las personas que los sufren. Como resultado, es de esperar mejores tratamientos y recuperación para todos los involucrados. 



Referencias:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19856232
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15264711