Siempre se ha afirmado que las bebidas azucaradas es lo primero que hay que dejar de tomar para poder perder peso.
Pero la realidad parece no estar tan en sintonía con esta afirmación, ya que en un reciente estudio en Australia, hecho en la Universidad de Sidney ha demostrado que la relación azúcar-obesidad no parece tener tanto impacto, si de ganar kilos hablamos...
A finales de los años 80 el gobierno australiano comenzó una
cruzada contra la obesidad en dónde se atacaron fuertemente el consumo de
bebidas gasificadas dulces, ya que según los especialistas, eran ese tipo de
bebidas las grandes culpables de la pandemia de obesidad que se estaba
produciendo en el país.
Varios años después y con el nombre de “La paradoja
australiana” se dieron a conocer los resultados de una investigación realizada
entre 1988 y 2003 en la que se muestra como se produjo un descenso del consumo
de azúcar y sobretodo de bebidas azucaradas en la población australiana
mientras que al mismo tiempo el porcentaje de obesidad se multiplicó por tres.
Como es posible
Siempre creímos que había una relación directa entre
el consumo de bebidas azucaradas y la obesidad, pero en este estudio y en
otros que se han realizado en Estados Unidos e Inglaterra, han tenido
resultados similares, esta relación no parece tener tanto impacto como se
imaginaba.
Esto nos trae una nueva interrogante... porque si el
azúcar no es, en realidad el responsable de la obesidad ¿Qué es lo que
provoca que tanta población sufra de exceso de peso?
Lo que concluye el estudio
Los especialistas que realizaron la investigación llegaron a
la conclusión que el consumo de azúcar no tiene tanto impacto en la obesidad
como se creía, sino que hay otros factores que son realmente los verdaderos
“culpables” de esta pandemia que hoy asola, no solo a Australia sino a gran
parte de los países del mundo occidental.
Estas serían las principales causas:
1. Genéticas: en los cromosomas existen unos genes responsables
de generar leptina, sustancia que a través de la sangre llega al hipotálamo al
centro de la saciedad, para provocar la perdida del apetito y estimular el
sistema nervioso simpático, encargado de quemar energía. Si estos genes se
alteran, la leptina no se produce. Los genes que contienen las proteínas
transportadoras de la leptina al cerebro también pueden estar alterados. Las
personas que heredan estos genes siempre tienen hambre y gastan menos
energía(30%).
2. Neuroendocrinológicas:
- Hipotiroidismo
- Hiperinsulinemia (diabetes mellitus tipo 2)
- Síndrome de Cushing
- Alteraciones del hipotálamo: tumor, cirugía, traumatismo, inflamación.
- Síndrome de Stein-Leventhal (ovario poliquístico)
3. Obesidad por inactividad física
4. Uso de medicamentos: Fenotiacinas, Antidepresivos
tricíclicos, Litio, Ciproheptadina, Cortisona, Antihistamínicos,
Anticonceptivos, Glucocorticoides, Hidracidas
5. Reacción a situación emocional conflictiva
6. Termogénesis: La termogénesis es el proceso de producción de energía en el
cuerpo causada directamente por la metabolización de los alimentos consumidos.
La termogénesis alimentaria se ve influida por factores relacionados con la composición
de los alimentos y el estado físico del individuo.
7. Expansión de la llamada “comida chatarra”: y el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas en general.