Generalmente se cree que el ser humano históricamente tiende a engordar para tener reservas en tiempos de hambruna, ya que nuestros antepasados no tenían la facilidad de conseguir alimentos como en la actualidad. De ser así, geneticamente existe un tipo de personas que deberían estar fuera de la evolución, aquellas que por más que coman no engordan ni un gramo ¿porqué ocurre esto?
No se puede aseverar con certeza cuánto comían nuestros antepasados, pero probablemente los periodos de bonanza con abundantes alimentos no fueron los más largos en nuestra historia evolutiva, más que nada por nuestra condición nómada.
"Sabemos que las hambrunas frecuentes y prolongadas en algunas partes del mundo han favorecido la evolución de la capacidad del cuerpo para almacenar grasa rápidamente, siendo eficiente el uso de grasa (energía celular) para hacer frente al esfuerzo muscular y mantenimiento de las funciones del cuerpo" profesor Michael Cowley, director del Monash University’s Obesity and Diabetes Institute.
Se calcula que entre el 60 y el 70 por ciento de nuestro peso corporal está determinado por nuestros genes. A pesar de ello, los científicos han identificado menos de una quinta parte de los genes implicados, y todavía no sabemos cuántos de estos realizan dicho trabajo.
La reproducción sexual permite la unión de información genética de ambos padres para recombinarse y formar un nuevo ser. Esto produce una considerable variación genética a través del arrastre de las mutaciones, tanto beneficiosas como perjudiciales, a través de las generaciones.
Es por eso que algunos individuos en el día de hoy llevan los genes que predisponen a la delgadez (menor acumulación de grasas), esto históricamente ha sido una desventaja debido a la escasez de alimentos.
El problema al que nos enfrentamos ahora es que no ha habido un desarrollo evolutivo en los genes para ayudarnos a lidiar con el consumo sin precedentes de alimentos altamente calóricos que existen en la actualidad.
"En otras palabras, muchos de nosotros todavía llevamos los llamados “genes de la grasa” (los que nos predisponen al aumento de peso excesivo), porque no hemos tenido tiempo de desarrollar una respuesta a la gran variedad que se ofrecen hoy en día" Afirma Cowley
También dice que los factores ambientales como la cantidad que comemos y la actividad física que hacemos determina alrededor del 30 al 40 por ciento de nuestro peso.
Y pese a que ahora se consumen más alimentos calóricos, el nivel de esfuerzo físico ha disminuido dramáticamente.
"Lo que tenemos que dejar de hacer es concentrarnos tanto en nuestro peso y estar más atentos a comer sano y hacer ejercicio regular y enseñar estos hábitos a nuestros hijos" concluye