Los perros que conviven con personas fumadoras tienden a envejecer más prematuramente a nivel celular, lo que puede implicar la aparición de enfermedades en forma anticipada.
Estimaciones actuales indican que entre el 30 y 40% de los
perros que viven en un hogar, conviven con al menos una persona que fuma. Un
estudio reciente sugiere que estos perros están en riesgo de envejecimiento
prematuro e inflamación, lo que puede
acortar su vida.
Aunque hay extensos estudios sobre los efectos del humo de
tabaco en personas no fumadoras (fumadores pasivos), no ha habido mucha
investigación sobre tales efectos en la salud de animales.
De las pocas investigaciones ya existentes, ha habido alguna
sugerencia sobre que el riesgo de cáncer es algo mayor para los perros que
viven en un hogar con al menos un fumador. Sin embargo, la nueva investigación
de la Universidad
de Glasgow, sugiere que los perros de mediana edad que están expuestos al humo
del tabaco muestran una serie de marcadores biológicos que normalmente se ven
en perros envejecidos, y que se asocian con una muerte más temprana.
La investigación
El estudio involucró una muestra de 40 perros,
aproximadamente la mitad de los cuales vivían en hogares con fumadores y la
otra mitad en hogares sin fumadores. Los perros fueron observados durante un
período de 12 meses. El primer paso fue determinar si los canes que vivían en
un hogar con fumadores realmente estaban absorbiendo productos químicos del
humo del tabaco. Esto se hizo mirando el pelaje de los animales. Un biomarcador
químico importante es la nicotina y otro es la cotinina (un alcaloide que se
encuentra en el tabaco y también aparece cuando un animal metaboliza la
nicotina). El nivel de estos biomarcadores fue mayor en los perros procedentes
de hogares con fumadores, además, dichas muestras sirvieron también para
cuantificar la cantidad de tabaco que se fumaba en torno a los perros.
El número de análisis y pruebas de este informe de casi 600
páginas es extenso y complejo. Sin embargo, hay algunos hallazgos que son
significativos. Estos se basan en el estudio de muestras de tejido extraído de
la boca, los músculos y las regiones urogenitales de los perros. En todos los
casos, los investigadores estaban tratando de medir la longitud de los
telómeros, que son un marcador de envejecimiento fisiológico.
Nuestro material genético, específicamente el ADN, se
almacena en estructuras llamadas cromosomas. Los telómeros son las tapas protectoras
en los extremos de estos cromosomas. En los seres humanos jóvenes, por ejemplo,
los telómeros tienen aproximadamente de 8.000 a 10.000 nucleótidos de longitud. Sin
embargo, con el tiempo se hacen más cortos. Esto se produce porque los
telómeros reducen su tamaño con cada división celular. Esto es importante
porque cuando los telómeros alcanzan una longitud crítica (muy corta), la
célula deja de dividirse e incluso podría morir. Esta erosión en los telómeros
se ha relacionado con el envejecimiento y el riesgo de contraer enfermedades,
incluyendo el cáncer. En efecto, este acortamiento gradual de los telómeros
sugiere que nuestras células están programadas por un número limitado de
divisiones celulares que no podemos superar. Esto se llama límite de Hayflick, muchos
científicos creen que dicho límite es una medida de “vida máxima” de
cualquier ser vivo.
La mala noticia es que los telómeros pueden ser acortados
por otras razones, además de la división celular simple. Una de las influencias
importantes es el estrés oxidativo, que es esencialmente un desequilibrio entre
la producción de radicales libres y la capacidad de un cuerpo para desintoxicar
o reparar el daño resultante. La investigación ha demostrado que fumar produce
estrés oxidativo, lo que también podría significar que puede reducir la
longitud de los telómeros.
Uno de los principales hallazgos de esta investigación es
que los perros que viven con fumadores tienen telómeros más cortos, lo que
sugiere que, a nivel fisiológico, es como si estos perros hubiesen sido
sometidos a un envejecimiento prematuro.
Ya se ha demostrado que existe una relación entre el
acortamiento de los telómeros y la esperanza de vida, por lo tanto,
probablemente estos perros tendrán vidas más cortas.
Existe además otra evidencia de que los perros que viven en
hogares con fumadores están en peores condiciones de salud. Esto implica la
medición de una glicoproteína llamada clusterina. Esta proteína ayuda a
proteger a las células que están bajo estrés de una variedad de fuentes
inflamatorias. Dado que el nivel de clusterina aumenta a medida que más células
son atacadas, se ha propuesto que la clusterina también puede servir como
biomarcador de enfermedades. Estos nuevos datos demuestran que la cantidad de
clusterina en perros expuestos al humo ambiental del tabaco es
considerablemente más alta, lo que sugiere que sus cuerpos están siendo
atacados a nivel celular.
Hay otros hallazgos significativos en esta extensa
investigación, sin embargo, todas las tendencias apuntan en la misma dirección.
El tabaco no sólo acorta la vida de los fumadores humanos pasivos, sino que tiende
a hacer lo mismo con sus compañeros caninos.
Referencia:
http://theses.gla.ac.uk/8371/7/2017HutchinsonPhD.pdf
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