¿Qué relación tiene la médula ósea con la obesidad y esta a su vez con la osteoporosis?
Algunas investigaciones realizadas en los últimos tiempos,
aseguran que la filtración de grasa en la médula ósea tiene como consecuencia
la disminución en la calidad de los huesos.
La osteoporosis es una enfermedad en la cual sus síntomas
principales incluyen el dolor (sobre todo dolores agudos en la espalda) y
fracturas (con mayor frecuencia en la columna vertebral, cadera, muñecas y brazos).
Dichas fracturas pueden ocurrir aún sin mediar un trauma o caída importante.
La calidad de los huesos se mide en función de su geometría,
de su fuerza y de su densidad. Cuando la densidad mineral ósea es baja, los
huesos son frágiles y propensos a la fractura. Una de las mejores formas de
evaluarlos es mediante una prueba de absorptiometría dual de rayos X (DXA), la
cual mide la densidad de los huesos, en particular de la columna vertebral,
cadera y muñecas. Por cierto, una prueba DXA es también una de las mejores
maneras de medir el porcentaje de grasa en nuestro cuerpo.
La osteoporosis se produce más asiduamente en personas
mayores (especialmente en mujeres postmenopáusicas), también puede ocurrir en
un contexto de privación nutricional grave, por ejemplo, en personas con
anorexia nerviosa, así como en personas que han recibido un órgano
transplantado o con enfermedades de hígado, riñón, enfermedad de Cushing,
artritis reumatoide, linfoma y diabetes tipo I y II. Además, del consumo excesivo
de alcohol y tabaco.
Osteoporosis y obesidad: características en común
Tanto la obesidad como la osteoporosis comparten algunas
características en común, por ejemplo, ambas son trastornos de la composición
corporal, que además están creciendo en prevalencia, ambas pueden tener una
base genética, así como también la influencia del medio ambiente; ambas
enfermedades tienden a desarrollarse con el tiempo y se asocian con una
morbilidad y mortalidad significativas, pero quizás lo más importante es que
ambas se pueden remontar a la desregulación de una célula precursora común, es
decir, tanto las células grasas (adipocitos) y las células óseas (osteoblastos)
derivan de las mismas células mesenquimales embrionarias.
Las células madre mesenquimales (que se encuentran en la
médula ósea) se pueden diversificar en osteoblastos (células que forman el
hueso) o adipocitos (células grasas), dependiendo de un proceso complejo que
involucran a interruptores dentro de las células.
Antiguamente se especulaba que las personas con exceso de
peso, es decir, que tienen un aumento de la carga mecánica importante debido a
su peso, eran menos propensas a desarrollar osteoporosis, pero hace tiempo que algunas investigaciones pusieron esto muy en duda, ya que tanto una
rebaja del peso del cuerpo (incluso de sólo el 5%) o el peso excesivo, pueden
ser factores de riesgo para el aumento de una pérdida de masa ósea y por
consiguiente, de riesgo de fracturas. Además, los pacientes obesos que son
seguidos después de una cirugía de bypass gástrico y que pierden un peso
considerable, pueden también perder una significativa densidad mineral ósea,
pero de esto también depende la edad del paciente, el sexo, la etnia y la masa
corporal magra.
La conexión grasa-hueso
A medida que envejecemos, tiende a haber una filtración de
grasa en la médula ósea (confirmada por imágenes de resonancia magnética) y
esto se asocia a una mayor tendencia a que los huesos sean más frágiles. Por
ejemplo, las mujeres posmenopáusicas pueden tener el doble de la grasa en su
médula ósea que las premenopáusicas.
Estos adipocitos de la médula, al igual que los adipocitos
en otras partes del cuerpo, pueden secretar sustancias inflamatorias
(citocinas) que pueden conducir a la permeabilidad ósea. Además, existe otra
conexión entre la grasa y el hueso, es debido a la hormona leptina, que entre sus
muchas funciones regula el equilibrio de energía y también puede influir en la
masa ósea.
Sin embargo, la función de la grasa en la médula ósea no es
completamente conocida, ya que en realidad, no está dilucidado totalmente si los
adipocitos de la médula ósea tienen un efecto negativo sobre los huesos o si
una baja masa ósea estimula la acumulación de adipocitos. Por otra parte, los
adipocitos marrones y beige también pueden estar implicados en la regulación de
la masa ósea, incluso se especula que estos últimos pueden crear un
microambiente favorable para la formación del hueso al funcionar como fuente de
energía, incluso como regulador de temperatura.
Conclusión
La osteoporosis y la obesidad comparten varias
características que incluyen una predisposición genética y una célula
progenitora común. Con el envejecimiento, la composición de la médula ósea favorece
la presencia de adipocitos, aumenta la actividad de los osteoclastos, y la
disminución de la función de los osteoblastos, lo que tiene como resultado la
osteoporosis.
¿Tiene la infiltración de grasa en la médula ósea como
consecuencia una disminución en la calidad de los huesos? Todo parece indicar
que sí, pero la relación entre la grasa y los huesos es muy compleja y aún poco
comprendida.
En última instancia, si hay efectos nocivos en la
acumulación de grasa en la médula ósea, esto seguramente conducirá en un futuro
a nuevas posibilidades terapéuticas para el tratamiento tanto de la obesidad
como de la osteoporosis.