Las que hoy se denominan “drogas ilegales” tales como, la cocaína, las metanfetaminas, la heroína, el LSD, etc. En algún momento fueron legales, incluso eran indicadas y recetadas por psiquiatras o médicos.
Pero un día empezaron a ser prohibidas, cuando ya no se podía pasar por alto la evidencia sobre sus efectos dañinos, tanto para el consumidor, como para su entorno social.
Hoy ese lugar de alguna manera lo ocupan los psicofármacos (antidepresivos, ansiolíticos y sedantes, son los más consumidos), ya que el consumo abusivo de estas “drogas legales” recetadas puede llegar a ser incluso más peligrosa que la ingesta de las llamadas “drogas ilegales”.
En tiempos dónde el estrés y la depresión son consideradas las enfermedades del siglo XXI,
el nivel de toxicidad de algunas de estas drogas, fabricadas por laboratorios de empresas multinacionales y disponibles como medicamentos recetados, crea un riesgo muy alto de abuso en las personas que las ingieren, en algunos casos muertes por sobredosis, sobretodo cuando son mezcladas con bebidas energizantes o alcohol.
En los Estados Unidos, los antidepresivos, depresores y opiáceos son responsables de más fallecimientos por sobredosis, que la cocaína, la metanfetamina, la heroína y las anfetaminas, juntas.
Las sustancias legales representan el 45% de las muertes por sobredosis, mientras que las ilegales representan el 39%.
Según encuestas, casi el 50% de los jóvenes piensa que los psicofármacos al ser prescriptos por médicos son seguros y que son mucho más inocuos que las drogas ilegales.
A su vez, entre el 65% y el 70% del grupo encuestado reconoce que los botiquines de su casa son su fuente de estas drogas.
Para los investigadores, las crisis políticas, económicas y el estrés que generan las grandes urbes, están en el origen de esta tendencia.
Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud calcula que 1 de cada 6 personas que residen en ciudades de más de 1 millón de habitantes consume psicofármacos, además calcula que la cuarta parte de estos consumidores, los toma sin ningún tipo de indicación médica y que la ingesta mayor se da entre mujeres y personas mayores de 60 años.