Nuestro cerebro está siempre funcionando, incluso mientras dormimos. Él cuida nuestra respiración, latidos del corazón, raciocinio, movimientos, sentidos, etc. Esto significa que el cerebro necesita un suministro constante de combustible.
Este “combustible” proviene de los alimentos que consumimos,
y es lo que puede hacer la diferencia. O sea, lo que usted come afecta
directamente la estructura y funciones del cerebro.
Al igual que un vehículo, el cerebro funciona mejor cuando
el combustible es de superior calidad. El consumo de alimentos que contengan
gran cantidad de vitaminas, minerales y antioxidantes, nutren el cerebro y lo
protegen del estrés oxidativo, dicho de otra manera, lo resguardan de los
radicales libres que produce el cuerpo cuando utiliza el oxígeno, lo cual puede
dañar las células.
Por desgracia, si los alimentos que se ingieren no son de
buena calidad, como ser alimentos procesados o refinados, el cerebro puede
sufrir, porque no tiene capacidad para deshacerse de ellos.
Por ejemplo, las dietas altas en azúcares refinados son
perjudiciales para el cerebro, ya que además de empeorar la regulación de la
insulina del cuerpo, también promueven la inflamación y el estrés oxidativo.
Múltiples estudios han encontrado una correlación entre una dieta alta en
azúcares refinados y funciones cerebrales alteradas, incluso un empeoramiento
en síntomas de trastornos del estado de ánimo, como la depresión.
Lo que es interesante es que desde no hace mucho tiempo, la
medicina viene reconociendo plenamente la relación entre la alimentación y el
estado de ánimo.
¿De qué forma los alimentos pueden alterar el estado de
ánimo?
La serotonina es un neurotransmisor que ayuda a regular el
sueño, el apetito, influye en los estados de ánimo y en la inhibición del dolor.
Dado que, aproximadamente el 95% de la serotonina se produce en el tracto
gastrointestinal, y éste está poblado por millones de células nerviosas, no
será muy difícil de entender que nuestro sistema digestivo no solo ayuda a
digerir los alimentos, sino que también participa en la raíz de las emociones.
Es más, la función de estas células nerviosas (o neuronas) –la producción de
neurotransmisores como la serotonina- está muy influenciada por las bacterias
“buenas” que componen el microbioma intestinal. Estas bacterias desempeñan un
papel fundamental en nuestra salud, ellas protegen el revestimiento de los
intestinos y son una barrera contra toxinas y bacterias dañinas, además de absorber
los nutrientes de los alimentos y activar las vías nerviosas que viajan
directamente entre el intestino y el cerebro.
Por ejemplo, distintos estudios han demostrado que cuando
las personas consumen probióticos (suplementos que contienen bacterias buenas)
sus niveles de ansiedad y percepción de estrés tienden a normalizarse. Otras
investigaciones han comparado las dietas “tradicionales” como la dieta
mediterránea y la dieta tradicional japonesa con una típica dieta “occidental”
actual, y ha quedado demostrado que el riesgo de depresión es de entre 25 a 35% menor entre las
personas que consumen dietas tradicionales.
Los científicos explican que esta diferencia se debe a que
las dietas tradicionales tienden a ser ricas en verduras, frutas, granos sin
procesar, pescados y mariscos, en cambio contienen pequeñas cantidades de
carnes y lácteos, y son muy bajas en azúcares refinados. Además, muchos de los
alimentos no procesados, típicos de las dietas tradicionales, fermentan, por lo
tanto actúan como probióticos naturales.
La fermentación utiliza bacterias y levaduras para convertir
el azúcar de los alimentos en dióxido de carbono, alcohol y ácido láctico, esto
protege a los alimentos de que se echen a perder, además puede añadirle un
agradable sabor y textura.
La idea de que las buenas bacterias no sólo influyen en la
absorción de la digestión intestinal, sino que también afectan el grado de
inflamación de todo el cuerpo, así como nuestro estado de ánimo y nivel de
energía, está ganando lentamente terreno entre los investigadores. Los
resultados del floreciente campo de la psiquiatría nutricional hasta ahora han
sido bastante alentadores, y en algunos casos, increíbles.
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