Si tiene problemas para dormir es probable que ya haya intentado con técnicas de reducción de estrés y/o con medicamentos. Pero puede que le sorprenda saber que varios alimentos que consumimos a diario, algunos de ellos considerados sanos, tienen la capacidad de estimular el sistema nervioso de forma muy significativa.
Los medicamentos pueden ser útiles para controlar los
síntomas en el corto plazo, pero lo mejor que podemos hacer es llegar a la raíz
del problema.
Cuando se trata de ansiedad e insomnio, los alimentos que se
enumeran a continuación pueden actuar como desencadenantes químicos para
cualquier persona. Sin embargo, quienes están en mayor riesgo son las mujeres,
las personas de ambos sexos mayores de 40 años, personas con sensibilidad a
medicamentos o químicos, quienes tengan afectado su sistema digestivo o inmunitario,
personas que sufran de alergias y quienes estén en tratamiento de
quimioterapia.
1.) Plantas de la familia de las solanáceas (patatas,
tomates, berenjenas, pimientos, bayas de goji)
Todas las plantas de la familia de las solanáceas producen
pesticidas naturales llamados glicoalcaloides, que es una defensa propia que
poseen estos vegetales para matar depredadores como insectos o gusanos, pero
también son tóxicos para las células humanas. Estos químicos bloquean la enzima
acetilcolinesterasa, lo que da como resultado una sobreestimulación del sistema
nervioso. Las solanáceas también son muy comunes como ingredientes en alimentos
preparados que incluye salsa de tomate, puré de patatas, chiles o pimientos. La mayoría de la gente come glicoalcaloides todos los
días y estos tienden a acumularse en nuestro organismo. Necesitamos de al menos
cinco días sin consumir solanáceas para limpiar nuestro cuerpo totalmente de
glicoalcaloides. También es bueno destacar que estas sustancias químicas no se
destruyen con la cocción de los alimentos.
2.) Cafeína
Es ampliamente sabido que la cafeína provoca trastornos del
sueño y ansiedad. Pero ¿por qué? La cafeína nos mantiene despiertos por el
bloqueo de los receptores de la adenosina, un neurotransmisor que fomenta el
sueño ya que es un depresor del sistema nervioso central. Incluso cinco horas
después de consumir cafeína, el 50% de ella permanece en el torrente sanguíneo.
De hecho, se necesitan entre 16 y 24 horas para que abandone por completo
nuestro organismo. Esto significa que incluso una sola taza de café en
prácticamente cualquier momento del día, puede afectar la calidad del sueño.
Para saber si la cafeína es la culpable, ir achicando los niveles de a poco,
día a día, ya que dejar de consumir cafeína de golpe, sobre todo en aquellas
personas que son consumidores habituales, puede provocar dolores de cabeza,
fatiga y problemas de concentración.
La manera de convertir un alimento entero y fresco como
carne, leche, uvas o repollos en una comida gourmet como embutidos, queso, vino
o kimchi, es agregar bacterias a la misma y dejarla fermentar. Lo que ocurre
aquí es que durante la fermentación, las bacterias descomponen las proteínas de
los alimentos en pequeñas moléculas llamadas aminas biogénicas que se
acumulan con el procesamiento de los alimentos. La amina biogénica que más
encontramos en estos alimentos es la histamina, una hormona que a su vez
también actúa como neurotransmisor. La histamina causa insomnio y ansiedad, en
parte, gracias a su capacidad para aumentar los niveles de adrenalina, hormona que es estimuladora del sistema nervioso. La histamina no se destruye ni
con la cocción ni con la congelación.
4.) Alcohol
En principio, el alcohol puede ser eficaz en la relajación y
ayuda para conciliar el sueño. Sin embargo, cuando el alcohol comienza a
desaparecer de nuestro organismo a mitad de la noche, la calidad del sueño
mermará significativamente. El metabolismo varía dependiendo de la edad, el
sexo, antecedentes genéticos, entre otros factores, pero el principal predictor
de cuánto tiempo permanecerá el alcohol en la sangre es la cantidad que se ha
ingerido. Por ejemplo, el alcohol de una lata de cerveza o un vaso de vino
tomará dos horas en abandonar el organismo. Cuando el alcohol desaparece, se
produce un efecto de mini abstinencia que puede arruinar el sueño, incluso
se pueden sufrir pesadillas o ataques de pánico si la persona tiene el hábito
de beber por las noches. En resumen, recurrir al alcohol para dormir puede ser
una muy mala idea, ya que seguramente obtendrá el resultado opuesto al buscado.
5.) Azúcar, harina y otros carbohidratos refinados
Todos los azúcares y almidones, excepto los que vienen de
forma natural en frutas, se consideran carbohidratos refinados.
Los típicos alimentos para el desayuno como yogures,
jugos de naranjas y cereales son ricos en hidratos de carbono refinados que
producen un pico de azúcar en la sangre, generando una reacción hormonal en
cadena que puede estimular su estado de ánimo, energía y capacidad de
concentración. Posteriormente se liberará insulina para reducir la
concentración de glucosa en la sangre, pero a su vez, el organismo también
liberará adrenalina y cortisol para evitar que los niveles de azúcar en sangre
bajen demasiado. Por ejemplo, una lata de bebida azucarada provoca el doble del
nivel normal de adrenalina en adultos y lo multiplica por cuatro en niños,
incluso hasta cuatro horas después de consumida la bebida.
Como consejo, sería saludable no consumir carbohidratos refinados hasta
cinco horas antes de irse a dormir.
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