Los seres humanos no pensamos mucho en nuestro sistema inmunológico, sin embargo, esta barrera defensiva natural que tiene nuestro cuerpo, nos está liberando de microbios continuamente. Vamos a ver una serie de factores que son importantes de saber.
1.) Las mujeres son más propensas a tener enfermedades
autoinmunes
Las enfermedades autoinmunes, como el lupus, la artritis
reumatoide o la psoriasis, se producen cuando el sistema inmune comienza a funcionar
descontroladamente. De cada cuatro personas que sufren alguna de estas
patologías, tres son mujeres. ¿Por qué? Porque, en gran medida, las hormonas
sexuales femeninas (estrógeno) son las responsables. Ocurre que les células
inmunes del cuerpo tienen receptores de hormonas, y el estrógeno se une a
ellos, lo que puede desencadenar la inflamación que hace que el sistema
inmunológico se descontrole. Otro problema es que las mujeres pueden tener más
de un tipo diferente de linfocito, esto puede desencadenar que los anticuerpos ataquen
a sus propios tejidos. Sin embargo, los síntomas de estas enfermedades, por lo
general, son más leves en las mujeres que en los hombres.
2.) El intestino está fuertemente ligado al sistema
inmunológico
De hecho, alrededor del 70% de las células que componen el
sistema inmunológico se encuentran en el tracto digestivo, y son estas células
las que nos liberan de la mayor cantidad de toxinas. Por tanto, una de las
mejores formas de mantener un sistema inmune fuerte es con una alimentación
sana, lo que significa que se deben comer alimentos bajos en azúcar procesada
(la azúcar blanca es un depresor del sistema inmune) y gran cantidad de fibra,
tales como granos. Esto ayuda a fomentar un microbioma sano, promoviendo el
crecimiento de bacterias beneficiosas. Además, podría consultar con su médico
acerca de consumir probióticos, ya que algunas investigaciones sugieren que
ciertas cepas del Lactobacillus mejoran la calidad de la flora intestinal, por
tanto, de nuestras defensas.
3.) Las actividades diarias impactan en el sistema inmune
Muchas actividades que realizamos diariamente tienen un
fuerte imanto en nuestras defensas. Por ejemplo, el sexo. Una investigación
encontró que los estudiantes universitarios que tenían relaciones sexuales una
o dos veces por semana tenían 30% más de inmunoglobulina A (una proteína de la
sangre que ayuda a las defensas del cuerpo a liberarse de ciertos gérmenes) que
quienes no mantenían relaciones sexuales o quienes las tenían con más frecuencia.
El estrés es otro factor que impacta en el sistema inmune,
ya que disminuye la capacidad del cuerpo para manejar la inflamación, por lo
que se puede permanecer más tiempo enfermo. El estrés crónico produce
cantidades importantes de cortisol, una hormona depresora del sistema inmune.
El sueño también incide en las defensas, las personas que
duermen menos de seis horas están más expuestas a ciertos virus, como los que
provocan el resfriado. Esto ocurre porque mientras dormimos las células T
combaten los virus con mayor eficacia.
4.) La inmunoterapia y el cáncer
Los ensayos clínicos de inmunoterapia están demostrando una
gran eficacia en distintos tipos de cáncer: melanomas, linfomas, cáncer de
pulmón, entre otros. Sin dudas que la inmunoterapia es el mayor avance desde la
quimioterapia, pero a diferencia de esta, que utiliza medicamentos para matar
las células cancerosas, la inmunoterapia aprovecha el propio sistema inmune de
la persona para luchar contra la enfermedad. Según explica el oncólogo Padmanee
Sharma del “Cancer Center” de Houston, uno de los expertos en inmunoterapia a
nivel mundial, el sistema inmune tiene una estructura de “encendido” y
“apagado”, cuando está encendido no tiene mayores problemas en reconocer y
atacar las células malignas, pero cuando se apaga, sencillamente no es capaz de
detectar células cancerosas. Un tipo prometedor de inmunoterapia, llamada terapia
de inhibidores de punto de control inmunológico, bloquea el “apagado”. No todo
el mundo responde a dicha terapia satisfactoriamente, sin embargo, su
investigación se encuentra todavía en etapas primarias. A medida que se
desarrollen nuevos tratamientos, o que se mejoren los ya existentes, la
inmunoterapia puede ofrecer una nueva esperanza para las personas enfermas de cáncer.
5.) El mejor momento para vacunarse contra la gripe
La vacuna contra la gripe es la mejor forma para defenderse
de los virus que provocan esta enfermedad. Pero una investigación reciente en
el Reino Unido halló que es mucho más conveniente vacunarse por la mañana. En
efecto, un estudio realizado por la Universidad de Cambridge encontró que las
personas que recibieron las inyecciones de 9 a 11 de la mañana tenían niveles
significativamente más altos de anticuerpos un mes más tarde, que las personas
que se habían vacunado en el horario de la tarde, concretamente de 3 a 5 de la tarde. Por lo
tanto, si se va a dar la vacuna contra la gripe, lo mejor es recibirla en la
mañana.
6.) Algunos alimentos pueden ayudar a mejorar el sistema
inmune
Existen alimentos que potencian el sistema inmunológico y
por tanto mejoran nuestras defensas, veamos algunos.
Las personas con consumieron suplementos de ajo durante tres
meses tuvieron menos resfriados que los que tomaron un placebo, según un
estudio del año 2014. Otra investigación halló una reducción del 30% en el
riesgo de cáncer de colon entre las personas que consumían gran cantidad de
ajo, ya sea crudo o cocido.
El consumo de alcohol en forma moderada (una bebida al día)
también potencia el sistema inmunológico, sin embargo, su abuso puede causar el
efecto contrario, o sea, un debilitamiento de nuestras defensas.
La manzana es una fruta rica en fibra soluble, una sustancia
que mejora las defensas. Durante una investigación realizada en la Universidad de Illinois
se alimentó con fibra soluble a un grupo de ratones. Lo que los investigadores
encontraron fue que los ratones que recibieron la fibra se enfermaron la mitad
de veces que los ratones que no recibieron fibra, además se recuperaban más
rápido, hasta un 50% más.
La sopa de pollo contiene carnosina, un aminoácido que ayuda
al organismo a combatir ciertos virus (gripe, influenza) en las primeras
etapas. Además, está comprobado que tiene un efecto antiinflamatorio suave.
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